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Una de las tradiciones que se va arraigando últimamente en esta villa marinera es que, una vez al año, se lanza una velada amenaza a sus ciudadanos de que habrán de pagar más por las basuras. El motivo es que son un poco traviesos y ... tiran al contenedor de envases las latas de aceitunas con la última, la de la vergüenza, todavía dentro, y el esfuerzo extra de clasificación que supone hacer desaparecer esos restos debe ser corregido de la única forma que se corrigen las cosas en este país: creando tasas e impuestos. La penúltima idea vertida en este sentido es lanzar una especie de bolsa 'oficial' de basura que desenmascare a los que no reciclen debidamente en sus casas, al estilo de lo que se hace en otros países europeos.
Que no digo yo que no haya que reciclar, ni que en otros países europeos no haya estos sistemas, aunque también conviene señalar que miramos a Europa, generalmente, para lo que nos interesa. Casi nunca para hablar de sus sueldos, tasas de paro juvenil o, llegando a bordear la demagogia, repasar número de asesores y cargos públicos. Y en el caso de las basuras, nos olvidamos de mencionar que hay países como Dinamarca donde, si llevas las botellas a reciclar, recibes bonificaciones en la siguiente compra. Que sí: es lo que se lleva haciendo toda la vida aquí con las cajas de sidra. Ya ven: marcaban tendencia y nosotros no lo sabíamos. No solo eso, sino que nos vamos al extranjero para ignorar esos sistemas y copiar sólo las diferentes cargas e imposiciones. Concienciar a base de palos y zanahorias es una opción legítima, siempre que no te olvides de las zanahorias. También conviene apuntar un poco más arriba en esta cadena que es el reciclaje. Si en Asturias no se han alcanzado los niveles necesarios no ha sido principalmente por efecto de los particulares, sino porque en el vertedero central ni había los medios suficientes para tratar los residuos reciclados, ni se les esperaba. Y así, una parte importante de lo que tirábamos al contenedor amarillo acababa mezclado con los cartones, basura orgánica, vidrios y cualquier tipo de desecho. Imponer ahora bolsas con código de barras, obligar a echar al hijo mayor de casa para disponer de un cuarto en el que clasificar residuos, camuflar inspectores dentro de los contenedores o añadir más tasas a las que ya hay no solucionará más que una pequeña parte del problema. Si todo lo que se trabaje en Gijón acaba en el mismo montón en Serín, estaremos haciendo un esfuerzo en balde.
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