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Era previsible que el enfrentamiento interno que vive el PSOE gijonés, tarde o temprano, iba a estallar. Incluso el tiempo en el que iba a ... ocurrir, en el verano anterior a las elecciones locales, para que las heridas de los navajazos internos pudieran -eso esperan- curarse. Estaba también en el guion que unos veteranos de todas las guerras impulsaran una recogida de firmas, que una inocente Ejecutiva se diera por enterada y que la alcaldesa y su equipo se revolviera con el apoyo de la Ejecutiva asturiana y federal. Nada de todo eso debería ser sorpresa. Ni tan siquiera la cruenta batalla interna que queda por delante, que hará que el socialismo gijonés vaya a vivir unos meses complicados del que no saldrá bien parado.
Quizá lo que no fuera tan previsible es que la esperada crisis del partido gobernante pillara al resto de opciones políticas en un estado tan calamitoso. Si miramos a la izquierda, que a un año de las elecciones, no se conozca qué estrategia pretenden seguir Podemos (que es oposición) e IU (que es gobierno) debería encender todas las alarmas para aquellos que no queremos ver a la ultraderecha controlando el timón de nuestra ciudad. Y camino vamos de ello. Que hace tres años, Vox obtuviera el doble de concejales que IU (con su peor resultado histórico) o que Podemos perdiera la mitad de su representación, pareció no alarmar a nadie... pero si la izquierda gijonesa llega a las elecciones de mayo del 2023 en el laberinto en el que se encuentra, ahora ya definitivamente aclarado que lo hará sin el paraguas de Yolanda Díaz, se avecina un resultado catastrófico.
Y si miramos a la derecha, el panorama no es mucho mejor para sus votantes. Con Ciudadanos ya prácticamente desaparecido, pese a ser el partido más numeroso de la oposición; con un PP en permanente crisis local, y con un Vox que no parece encontrarse en su mejor momento tras el macarenazo andaluz... sólo faltaba que apareciera Álvarez-Cascos para reventar cualquier posibilidad de alcanzar un acuerdo entre todos ellos, que pudieran poner la alfombra roja para el retorno de Carmen Moriyón a la Alcaldía de nuestra ciudad.
Así que tiene razón el señor Barbón. Menudu barullu hay en el panorama político de la ciudad. Ya solo faltaba Pepín Braña para que el jaleo fuera monumental.
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