Ayuso. Gran victoria del PP que logró un doble objetivo. Por un lado, revertir esa inercia negativa que había dejado en las elecciones catalanas y por otro, encontrar en Isabel Díaz Ayuso a una política que tiene tirón en las urnas. De hecho, gran parte ... del éxito se debe a que acaparó el centro político, logrando apartar ese nocivo discurso de la corrupción que machaca a los populares. Ayuso logró vencer incluso en municipios considerados de la izquierda, lo que da buena prueba de que era una candidata que no producía grandes rechazos y estaba bien valorada. Ahora con Vox -a quien ha limitado su crecimiento con solo un diputado más que en 2019- el panorama se le presenta despejado para gobernar con cierta comodidad. El PP sigue manteniendo su comunidad estrella más reforzado que nunca y con una política que se ha convertido en referente.
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El 'soso'. Que Ángel Gabilondo representaba un candidato con poca chicha era de sobra conocido. Quizá por eso, Pedro Sánchez asumió como propios estos comicios. Sin embargo, el error socialista estuvo más bien en una campaña desastrosa, que en el propio nombramiento de un número uno con quien hace dos años ganó las elecciones. Los augures de Moncloa metieron la pata hasta atrás. Era patético ver a Gabilondo decir una cosa y a los pocos días la contraria. Más Madrid, con un discurso mucho más fresco y una candidata que resultó ser la revelación de estos comicios, Mónica García, le ha dado un sorpaso en toda regla. La triste noche para el socialismo madrileño se cerró con el peor resultado de su historia. Pedro Sánchez, en el momento que vio venir el desastre, se batió en retirada y dejó solo al 'soso'. Hecho también para analizar.
Y el madroño. Las caídas del árbol de Ciudadanos son épicas. Sus desplomes, dignos de ser estudiados en las facultades de Ciencias Políticas. En las últimas Generales pasó de 57 diputados a 10 (-47), en las catalanas de 36 a 6 (-30) y en estas madrileñas de 26 a 0 (-26). Desde luego, no podemos augurar nada bueno al partido naranja. Seguirá el goteo de fugas y deserciones masivas entre sus filas. La sensación de descomposición resulta evidente. Por último, en Podemos la noche electoral fue amarga. No hubo 'efecto Pablo Iglesias' y encima su líder deja todos los cargos. O sea, que abandona a su criatura -ya hace tiempo que no queda nada de aquella formación morada original- para dedicarse a la televisión. Buena suerte, Pablo.
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