La historia muestra que tras las pandemias que asolaron a la humanidad el mundo se transformó. Tras el desastre hubo cambios que nos permitieron progresar. El Renacimiento germinó después de la peste negra que devastó Europa en el siglo XIV. La denominada 'Gran peste' de ... Londres en el siglo XVII nos condujo a los movimientos revolucionarios y la Ilustración del siglo XVIII. Y tras la pandemia de la gripe de 1918-19, llegaron los guapos años veinte y se erigió la confianza en el conocimiento científico, el único que podía salvarnos frente a los desafíos de la Naturaleza.

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No puedo vislumbrar el cambio hacia lo bueno que nos traerá la pandemia del coronavirus. Pero sí estoy empezando a indignarme e inquietarme por la deriva de la atmósfera totalitaria que el Gobierno nos está insuflando sibilinamente, mediante las medidas legislativas de emergencia llevadas a cabo. Con la excusa de la pandemia nos están hurtando libertades, que cuando pase ésta es probable que no nos las devuelvan. Están utilizando torticeramente el principio de que el fin justifica los medios y no lo podemos tolerar, porque es responsabilidad de todos los ciudadanos oponernos a las medidas totalitarias que se están imponiendo.

Así las cosas, comenzaré por discrepar de la medida de instalar cámaras en las aulas. Si la medida se hubiese llevado a cabo en otros momentos, es probable que las voces discrepantes harían recular dicha imposición. En el momento por el que atravesamos, los profesores 'poco atentos' lo verán como algo normal y tragarán, sin el menor atisbo de crítica. Abre un terreno minado que se cierne sobre la profesión si callamos y asentimos. La circunstancia es propicia: hay alumnos que no reciben clase presencial todos los días de la semana, pues en 3º y 4º de la ESO y 1º de Bachillerato las clases son semipresenciales. Una parte del grupo asiste lunes, miércoles y viernes a clase y la otra, martes y jueves. La siguiente semana rotan, los primeros asisten martes y jueves, los segundos, lunes, miércoles y viernes. Feliz idea: los profesores dan clase presencial a los que acuden, conectan la cámara y los que se quedan en casa, privados de su derecho de asistir al centro, podrán seguir la clase sentados delante de la pantallita de su ordenador durante horas y horas (falacia educativa). El fin justifica los medios: para que todos puedan seguir la clase (fin razonable), ponemos cámaras en el aula (un medio totalitario de control). No, señores gobernantes, el fin no justifica los medios. ¿Por qué debemos oponernos a esta medida, que se asumirá con mansedumbre ovejuna? Primero, ¿dónde queda mi derecho de imagen? Segundo, supuestamente al otro lado de la cámara se encontrará el discente, pero también puede asistir a la clase telemática cualquiera que le apetezca aprender un poco de Filosofía o de otras asignaturas. Muy bien, pero, y si se conectan a la clase familiares del alumno que tienen ojeriza al profesor y aprovechan la coyuntura para sacar de contexto lo que se dice en el aula. O simplemente no están de acuerdo con las explicaciones, se erigen en expertos en la materia y nos acusan, por ejemplo, de adoctrinamiento, porque lo dicho se contrapone a su visión del mundo o su ideología. Tenemos un problema. Lo que se hace en clase no debe estar expuesto al 'ojo celeste' de una cámara. Tercero, me imagino que cuando algún profesor se encuentre de baja no será necesario enviar un sustituto. Basta con que el compañero del departamento acepte dar la clase conectando la cámara para que, en el aula de al lado, los alumnos que se hayan quedado sin profesor puedan seguir las clases telemáticamente; se denominan clases espejo. No sigo para no aburrir, pero creo muy conveniente que los sindicatos y claustros de profesores se pronuncien al respecto. Existe un silencio cómplice.

Termino enumerando otras lindezas de la misma índole de esta atmósfera totalitaria que ya conocen, pero, conviene recordar, se cierne sobre nuestras cabezas embotadas por la argamasa del coronavirus y nos pretenden imponer estos 'adalides de la libertad'. ¿Qué les parece que la nueva ley (LOMLOE), tramitada de espaldas a la comunidad educativa, pretenda que los inspectores sean nombrados mediante concurso de méritos sin pasar por una oposición? ¿No colocarán a los amiguetes a dedo, en vez de personal independiente, técnico y cualificado, convirtiendo el cuerpo de inspectores en comisarios políticos? Y que no se incluya el castellano como lengua vehicular. Me quedo sin palabras ante semejante dislate, que pone de manifiesto el guiño a los grupos nacionalistas aliados del Gobierno; además es ilegal, incumple el artículo 3 de la Constitución vigente. ¿Y qué me dicen del organismo creado para combatir las 'fake news', que se encargará de determinar qué opiniones y noticias son falsas? El fin es necesario: poner límites a los bulos que circulan por la red, pero el medio utilizado tiene tintes de 'ministerio de la verdad', al más puro estilo orwelliano de censura informativa. ¿Y la maniobra para politizar aún más, pues ya está politizado, el Consejo General del Poder Judicial. La Unión Europea hará un seguimiento de los pasos que se sigan, porque se pone en entredicho la independencia de uno de los poderes del Estado. Con esta atmósfera que estamos respirando, no puedo olfatear lo positivo que traerá el coronavirus. ¿Será por el uso de la mascarilla?

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