Si las previsiones no fallan, dentro de unos días Asturias duplicará la cifra de sus habitantes temporales: pronto empezaremos a cruzarnos por las calles con millares de desconocidos que han elegido nuestra tierra para pasar sus vacaciones. Asturias, se escucha con frecuencia fuera, está de ... moda. Cuando hablamos de turismo siempre suelen evocarse los viajes exóticos al extranjero -complicados ahora por las medidas sanitarias- o por los lugares tópicos como Marbella, Mallorca o la Costa Brava-, pero la realidad demuestra que muchos turistas potenciales están descubriendo las ventajas de lugares cuyos atractivos no se limitan ni mucho menos al sol y las playas.

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Este verano, igual que ya ocurrió para general sorpresa el pasado, está aumentando la versión de los atractivos que ofrece Asturias. Quizás retrae un poco el temor a los vaivenes de la meteorología, pero cuando se empiezan a enumerar otros, el balance es único: Asturias despierta un interés por su naturaleza que se va volviendo contagioso, el paisaje que empieza en el mar -también con las mejores playas, aunque no las más soleadas- y acaba en la montaña, única por su belleza y majestuosidad, sin olvidarse en ningún momento de la gastronomía, que imprime carácter.

Hay otros muchos elementos atractivos, y algunos aún por descubrir, que contribuyen a que las vacaciones en Asturias se vuelvan inolvidables. Cuando desde lejos, como es mi caso, se escuchan las impresiones y los recuerdos, uno se percata de que el Principado es más que problemas y conflictos -una imagen ya más parte de la historia que relato de la actualidad-, y que es mucho lo que puede ofrecer: como el ambiente de cordialidad y buena acogida con que se encuentra el visitante. El que no haya gigantescas cadenas de hoteles, lejos de ser un hándicap, pone en valor la comodidad, sencillez y buen servicio que ofrecen las actuales.

Quizás lo mejor que puede avalar el interés que se ha despertado por Asturias es el boca a boca, que suplanta a la publicidad bien manejada con que se promocionan otros lugares. No hablamos, por lo tanto, del fruto de la propaganda planificada, que, por cierto, no vendría mal. La inversión oficial no parece que sea elevada, al contrario, lo cual es una prueba más de que lo bueno se da a conocer por sí solo, y ese ejemplo que está brindando Asturias, con un aluvión turístico que atrae cada vez a más personas, es elocuente.

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Es una pena que todavía no se hayan descubierto muchos de los atractivos que ofrece el invierno asturiano -lo cual limita la temporada de visitantes-, pero eso lo irá arreglando el tiempo.

Asturias está de moda, hay que celebrarlo y contribuir a que las molestias que a veces causan las grandes masas contribuyan al bienestar económico de todos y, por supuesto, al orgullo de haber nacido o habitado en un lugar tan privilegiado.

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