Esta semana parece que hemos dado en el clavo con nuestro principal problema: el de una comunidad menguante que pierde población a chorros. El pasado lunes, el comisionado para el Reto Demográfico del Principiado, Jaime Izquierdo, admitió que «la mejor política demográfica es un buen ... mercado laboral que traiga gente de fuera a trabajar». Todo ello, después de que la oposición le hostigase en una comparecencia parlamentaria. Oigan, no se nos había ocurrido. Resulta que la Asturias de los años sesenta y setenta del siglo pasado, donde la pujanza de un paraíso industrial atrajo la inmigración del resto de España, no forma parte de nuestra historia. Solo es un recuerdo de nuestros abuelos. Es más, pensábamos que con unas cuantas subvenciones -lo que mejor sabemos hacer- íbamos a terminar con el problema. Parece, digo, que alguno se ha caído del guindo ante el abismo demográfico que se abre ante nosotros. Esto es, aunque pongamos guarderías para la conciliación laboral, demos 1.000 euros por cada hijo nacido o hagamos concesiones fiscales para repoblar determinadas zonas, seguiremos manteniendo una natalidad a la baja. O sea, con un envejecimiento incluso bastante mayor que el actual. Más que nada, porque el motor que mueve a formar una familia es la pujanza económica. Es decir, que la pareja tenga trabajo y estabilidad en el mismo. Como digo, hemos descubierto la pólvora.
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Ahora vamos con la segunda parte. No sé cómo vamos a aumentar la población si nuestra economía está anémica. Todos los indicadores señalan que seremos la comunidad que menos crezca en los próximos años. Encima con la siguiente paradoja: mientras nuestros gobernantes muestran orgullosos un incremento en la afiliación a la Seguridad Social, el PIB sigue cayendo. Muestra inequívoca de que la mayor parte del empleo que se crea es público, quedando el privado en un segundo plano y con plantillas que van a menos. Además, con un discurso político donde el crecimiento económico está mal visto. Ha dejado de ser un objetivo y, en seguida, se le pone la coletilla de «sostenible», no vaya a ser que dañe la sensibilidad medioambiental. ¿Cuánto hace que no ven a un gobernante apostar de manera inequívoca por una economía fuerte? ¿Han escuchado apoyar a algún sector que no tenga que ver con lo verde? Dentro de muy poco seremos menos de un millón de habitantes. Eso sí, viviendo en una especie de Asturias 'Matrix' irreal.
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