Arrollados por el tren

Aunque los dos presidentes autonómicos habían preparado la entrevista, seguro que no imaginaban un prólogo tan impactante. En los últimos quince días Adrián Barbón se refirió, repetidamente, al papel clave que jugaba Pardo de Vera como garante del desarrollo de las infraestructuras para Asturias. Algunas voces del PP pidiendo la dimisión habían animado al presidente asturiano a realizar la advertencia pública. Viendo la secuencia de los hechos, ocurridos ayer, cualquier observador de la política española puede identificar, sin sombra de duda, que la depuración en el Ministerio de Transportes no fue cosa de Raquel Sánchez, sino de la Moncloa. La onda expansiva del escándalo de los trenes que no cabían en los túneles alcanzó a todo el territorio nacional. Junto a episodios como la ley del 'solo sí es sí', la norma de bienestar animal, etcétera, el episodio tragicómico de los convoyes asturianos y cántabros socavó la credibilidad del Gobierno, así que desde la Moncloa se decidió qué cabezas se iban a cortar del ministerio. La seriedad, propia de un acto fúnebre, con que los presidentes Barbón y Revilla juntaban las manos con Raquel Sánchez al finalizar el encuentro, seguro que tiene mucho que ver con esta cuestión. Veremos si el expediente acaba aquí o si en una próxima remodelación del Gobierno se cortan los últimos flecos.

De la reunión salió un acuerdo que prolonga la gratuidad en los viajes de cercanías hasta 2026, como había avanzado EL COMERCIO, y el compromiso de ampliar el encargo de los trenes de 31 a 38. Con el incremento del pedido, Asturias pasará a tener 17 trenes nuevos. También se nombrará un comisionado para seguir las actuaciones del Plan de Cercanías. Hemos visto ya demasiadas cosas, en estos años, como para ponernos contentos con el acuerdo.