Marcelino llegó a Llanes por periodista. Y a mí me vino por su progenitor, socialista de El Entrego, compañero del alma del 'Chepo', histórico socialista de la localidad que fue clave para la refundación de la Agrupación Socialista de Llanes. José Ramón, el padre, me ... llamó: «Mi hijo se hace cargo de la delegación del Oriente de EL COMERCIO. La sede está en Llanes, trátalo bien».

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¡Cómo no iba a hacerlo! Me lo pedía un compañero, fallecido ya desgraciadamente, que me había acompañado en la aventura de la corriente socialista, de antaño, la 'Tercera Vía'. Y que no tuvo duda alguna a la hora de mejorar su concejo desde una concejalía.

La recomendación se demostró, no obstante, superflua. En la relación con Marcelino todo era fácil. La personal y la profesional. Riguroso, profesional y honesto, sabía a la vez, en las distancias cortas, hacerse sentir cercano y empático. Y sobre todo sabía escuchar. ¡Como escuchaba Marcelino!

Esa virtud, tan necesaria en un buen periodista, no es tan común como puede parecer. Podía callar durante una hora, mientras su interlocutor trataba de venderle su producto. Después, reposadamente, ponderaba lo escuchado, separaba el grano de la paja, lo verídico del mensaje partidario y escribía su artículo. Con él no valía recitar de memoria el 'argumentario del día'.

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Su liderazgo venía de su tranquilidad, de su paciencia reposada, de su rigor profesional. Y de su honestidad. Tuvo una honradez radical con los lectores de EL COMERCIO, con su empresa editorial y con la verdad desnuda. Algo que se agradece mucho en un tiempo en el que las 'verdades alternativas' campan a sus anchas.

Su etapa llanisca fue muy fructífera. Como periodista y como directivo. La delegación que dirigió funcionó como un reloj. En noticias publicadas y en el conocimiento de la realidad social, económica y cultural del concejo. También en lo personal. Aquí conoció a su esposa María Luz, cámbara de Niembro, de cuya unión nació su única hija, cuyo nombre heredó de su madre.

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A ellas, a su madre Celestina, a su hermana Ana Vanessa y a toda su familia y amigos, mi pésame más sincero. El que nace de un desgarrador sentimiento de despedida, a una persona que se nos va demasiado joven para todo lo que estaba aportando a Asturias y a todos nosotros.

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