
Capitanes de abril
Mitos y realidades de la Revolución de los Claveles
Antonio Cuestas. Delegado de la Asociación de Amigos de Portugal en Asturias
Miércoles, 8 de mayo 2024, 02:00
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Antonio Cuestas. Delegado de la Asociación de Amigos de Portugal en Asturias
Miércoles, 8 de mayo 2024, 02:00
Se conmemoró el pasado 25 de abril el cincuentenario de un día histórico en Portugal, en el que un golpe de estado puso fin a ... la dictadura más longeva de Europa fuera del bloque comunista. Conocida como la Revolución de los Claveles, este acontecimiento presenta peculiaridades que frecuentemente son poco conocidas o pasadas por alto. Uno de los rasgos más notables fue el liderazgo de oficiales de rango medio, como tenientes y capitanes, en lugar de altos mandos militares. Esta anomalía tiene explicaciones tanto pragmáticas como ideológicas: estos jóvenes oficiales se enfrentaban directamente a los riesgos del combate en las prolongadas guerras de los vastos territorios portugueses en África. Además, el contexto de la Guerra Fría fomentó entre muchos de ellos la influencia marxista, promovida por la Unión Soviética, alimentando su deseo de reemplazar el Estado Novo por un régimen basado en principios marxistas. Las elecciones del 25 de abril de 1975, en el primer aniversario de la revolución, cerraron la posibilidad de que Portugal se convirtiera en una república al estilo soviético. Sin embargo, un intento de golpe militar fallido el 25 de noviembre del mismo año aún aspiraba a transformar Portugal en una dictadura comunista. Este golpe marcó el fin del llamado Proceso Revolucionario en Curso.
Aunque algunos prefieren minimizar o ignorar este aspecto, es innegable que la ideología desempeñó un papel crucial tanto durante como después del 25 de abril. Los acontecimientos se desencadenaron con el Movimiento de los Capitanes, que conforme creció, se transformó en el Movimiento de los Oficiales, culminando en el Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA). Los episodios de abril inspiraron a María de Medeiros en su debut como directora con la película 'Capitanes de Abril'. Previamente, el capitán Salgueiro Maia había capturado sus experiencias en el libro 'Capitán de Abril'.
La señal que marcó el inicio del golpe no fue 'Grândola, Vila Morena', sino 'E Depois do Adeus', la canción que representó a Portugal en Eurovisión ese año. A pesar de su último lugar en el concurso con solo tres votos –de España y Suiza–, esta melodía gozaba de gran popularidad en Portugal. Los conspiradores eligieron esta canción por su discreción, asegurando que no levantaría sospechas. A las 22.55 horas del 23 de abril 'E Depois do Adeus' sonó en la radio, indicando que las tropas debían comenzar los preparativos. Casi una hora y media más tarde, a las 0.20, la transmisión del 'Grândola, Vila Morena' marcó el momento para que las fuerzas abandonaran los cuarteles e iniciaran su despliegue. La elección de estas canciones fue estratégica: la primera pasó desapercibida, mientras que la segunda, estando tanto la canción como su autor bajo la vigilancia de la censura del régimen, sirvió como la señal definitiva para el avance de las tropas.
Al contrario de lo que se señala a menudo, la guerra en África estaba ganada. No obstante, la afirmación requiere matices. Estaba ganada, controlada si se quiere, en 1974 en las grandes extensiones de Angola y Mozambique, y perdida en la Guinea Portuguesa, de extensión mucho más pequeña. Este aparente contrasentido se explica por la existencia de santuarios de guerrilleros en los países vecinos de Guinea-Bisáu, Senegal y Guinea-Conakry. En 1970, el ejército portugués realizó una incursión militar exitosa en Conakry, rescatando prisioneros y tomando e incendiando la casa del presidente Sékou Touré, gran apoyo de la guerrilla de Amílcar Cabral. No obstante, la operación Mar Verde no cumplió con su objetivo principal, ya que el mandatario no se encontraba allí, sino en el palacio presidencial.
Parece increíble que Portugal, uno de los países más pobres de Europa occidental, pudiera controlar o incluso ganar conflictos bélicos a miles de kilómetros de distancia sin apenas apoyo externo. Incluso Estados Unidos, antigua colonia inglesa, exigía sin ambages poner fin al colonialismo europeo en África, lo mismo que la otra gran superpotencia antagónica de la época. Pero para el Portugal de aquella época eran provincias de ultramar, con muchos siglos de presencia, nada menos que desde el XV, y no la entendían como colonialismo. El éxito en la guerra en los grandes territorios se debía a que su ejército estudió en profundidad conflictos como los de Indochina y Argelia y desde el primer momento se fueron adaptando a modo de eficaz contrainsurgencia. Esta contrainsurgencia, sin embargo, tenía tintes de crueldad, empleando métodos brutales similares a los utilizados por los insurgentes contra los propietarios portugueses y sus trabajadores: barbaridades como cortar orejas, quemar los cuerpos o incluso clavar sus cabezas en estacas cerca de los poblados de campesinos. Era el mensaje macabro que les mandaban si se dejaban reclutar por la insurgencia. Esa extrema crueldad vivida por los soldados tuvo su influencia en los sucesos del 25 de abril.
Aunque comúnmente se cree que los soldados llevaban claveles en sus fusiles desde el comienzo del golpe, esto no fue inicialmente así. Los defensores del cuartel del Carmo, perteneciente a la Guardia Nacional Republicana (la Guardia Civil portuguesa) y refugio del primer ministro Marcelo Caetano –la figura más prominente de la dictadura–, fueron testigos de una realidad diferente. Siguiendo las órdenes de 'Óscar', acrónimo de Otelo Saraiva de Carvalho y líder del golpe con el grado de mayor del ejército (equivalente a comandante), el capitán Salgueiro Maia ordenó abrir fuego contra la parte alta del edificio, causando importantes destrozos para intimidar a sus ocupantes.
La icónica imagen de los claveles surgió de un acto espontáneo por parte de Celeste Caeiro, una camarera de madre española que se convirtió en una figura emblemática de la Revolución de los Claveles. Ese día, debido a la revolución, el restaurante donde trabajaba cerró. En su camino de vuelta a casa, Celeste se encontró con los soldados y les ofreció los claveles que había recibido, que originalmente iban a usarse en la decoración para celebrar el primer aniversario del restaurante. Los soldados empezaron a colocar los claveles en sus fusiles, un gesto que fue rápidamente imitado por otros, transformando las flores en un poderoso símbolo de la revolución.
Como todos los golpes militares, el del 25 de abril corrió varios riesgos de acabar en guerra civil, ya que hubo enfrentamiento con otras unidades militares que, finalmente, no obedecieron la orden de abrir fuego sobre sus compañeros. Esto sucedió tanto en tierra como en el estuario del Tajo con la fragata 'Gago Coutinho'. Estos riesgos directos sobre el terreno acabaron disipándose.
En el plano internacional, los riesgos eran considerables. Uno era el Pacto Ibérico, firmado por Franco y Salazar en 1942, que contenía una cláusula de defensa mutua. Para que España interviniera, Marcelo Caetano debería invocarla. El otro riesgo era la OTAN, que podría consideradar la posibilidad de intervenir en respuesta a la solicitud de ayuda de un gobierno de un país miembro amenazado por un golpe que, además, podría tener tintes prosoviéticos. Sin embargo, todo se calmó cuando el ministro de exteriores, Rui Patricio, sugirió explorar contactos internacionales y Caetano lo frenó tajantemente: «Este es un asunto interno. Hay que resolverlo entre portugueses».
No obstante, en aquel momento la OTAN tenía maniobras programadas en esa zona. En el estuario del Tajo, se veía la participación de decenas de barcos de otras naciones, incluyendo la presencia destacada del portaaviones estadounidense 'Forrestal', una auténtica isla flotante equipada con decenas de aviones y helicópteros de combate. Testigos directos del 25 de abril me relataron que la imponente presencia de la flota en el Tajo era sobrecogedora. Añadían, con un toque de humor, que ante tal despliegue, el espíritu revolucionario se moderaba notablemente.
La Revolución de los Claveles, con todas sus capas y matices, encierra muchas curiosidades. El tema es complejo y apasionante, al igual que la rica y extensa historia de muchos siglos que acompaña a los dos países ibéricos hermanos; sin un conocimiento básico de ésta, es imposible entender la historia del mundo.
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