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Ante una nueva reforma educativa

La falta de base académica y económica incita a pensar que las prioridades del Gobierno a la hora de diseñar esta ley son estrictamente políticas: contentar a los socios de coalición y tomar partido contra el actual modelo de conciertos

Jueves, 17 de diciembre 2020, 02:06

La tramitación y aprobación de la enésima reforma educativa incita a varias reflexiones de calado. En el orden académico, la 'ley Celaá' se parece peligrosamente ... a una trampa engañabobos. La propuesta de permitir a los alumnos pasar de curso con hasta dos asignaturas suspensas, lejos de contribuir a combatir el abandono escolar lo potenciará. En lugar de analizar a fondo la casuística que induce a la falta de interés académico, el Gobierno parece decirnos que no queda más remedio que asumir que los estudiantes españoles son un poco más tontos que el resto. Además, la arbitrariedad y falta de rigor a la que esta propuesta conduce suponen, en sí mismas, un auténtico torpedo en la línea de flotación de cualquier sistema educativo que aspire a los máximos estándares de calidad y excelencia. Lejos de contribuir a la igualdad de oportunidades a la que el Gobierno dice aspirar, la distancia entre los alumnos menos capaces y los más aventajados se acrecentará. El ascensor social al que tanto gusta referirse la ministra Celaá quedará para muchos estudiantes y muchas familias irremisiblemente atascado en el sótano.

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