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El domingo hará 25 años del fallecimiento de un asturiano ejemplar: Horacio Fernández Inguanzo. Tres semanas antes había desaparecido Mario Huerta, su compañero en la dirección clandestina del PCE durante la larga noche franquista. Ambos vivían en Gijón y ambos fallecieron en dos centros de ... mayores, uno en La Calzada, el otro en La Providencia. Y los dos descansan para siempre a escasos metros, en el Sucu, donde fueron enterrados, con sus ataúdes cubiertos por la bandera roja y a los sones de 'La Internacional'. Fueron dos comunistas de leyenda que, tras largos años de lucha por la democracia y la libertad, ejercieron su compromiso político con una valentía, coherencia y honradez ejemplar.
Porque, aunque hoy no se explique en los libros de texto ni aparezca en la historia oficial, la vida del Paisano y de Mario Huerta fue ejemplar. Primero por valientes. Tan poco dados a perder la fuerza por la boca, ambos sufrieron en su propio cuerpo la lucha, la clandestinidad, las escapadas al monte, las noches al raso, la cárcel, el exilio... Hoy parece increíble, pero una persona que llegaría a ser diputado, consejero de Sanidad, secretario general del PCE en Asturies y no sé cuántos cargos más se pasó 21 años en las cárceles por el solo delito de pensar distinto de los carceleros. 21 años se tiró Horacio, casi 12 Mario... los dos con sus correspondientes torturas y palizas a cuestas, pero manteniendo siempre la dignidad.
En segundo lugar, por honrados. Cuando Horacio fue detenido por última vez en Mieres portaba solo unos papeles y un par de chorizos con los que comer al día siguiente. Fue el mismo que renunció a todo privilegio de la casta política actual y siendo diputado siguió viviendo en un pequeño piso en Ciares hasta que el corazón falló y no pudo valerse más. Ni sobresueldos ni pensiones vitalicias ni coches oficiales ni ipad ni pisos en Madrid. Y otro tanto puede decirse de Mario Huerta, que murió solo, sin un duro en los bolsillos.
En tercer lugar, por coherentes. Fueron capaces de contribuir a la urdimbre de una sigilosa red de organización sobre la cual fue creciendo el PCE desde la clandestinidad. El capítulo de su larga pelea antifranquista basta y sobra para realzarles en la historia del partido y de la política asturiana. Pero luego redondearon su biografía: ejemplificaron la reconciliación, huyeron del sectarismo, apostaron por la renovación de los cargos y los proyectos políticos.
El Ayuntamiento puso el nombre de Horacio a una calle de Contrueces en 1992 y en 1994 lo nombró Hijo Adoptivo. Mario no tuvo tanto reconocimiento. Tampoco le importó. Pero ambos merecen que 25 años después recordemos su vida y su sacrificio.
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