Reseteo ferroviario

Los trenes Avril, si no ya su devolución, necesitan una revisión de arriba a abajo. Los constantes fallos de las unidades fabricadas por Talgo están poniendo contra las cuerdas el sistema ferroviario de este país

Domingo, 5 de enero 2025, 01:00

Con la alta velocidad se produce una paradoja. Por un lado, desde que se puso en marcha hace treinta y dos años la línea Madrid-Sevilla coincidiendo con la exposición universal en la etapa de Felipe González, el despliegue del AVE en España contribuyó a ... dar una imagen de modernidad más allá de nuestras fronteras, envidiable entre los países occidentales más desarrollados. Adif, la gestora pública de las infraestructuras, y Renfe, la operadora del servicio, se beneficiaron de esa marca afrontando un proceso de internacionalización, con llamadas dentro y fuera de Europa para propagar su experiencia sobre el tren veloz por otros estados. Un fenómeno similar a lo que ocurre con la extensión de las energías renovables, con nuestro país como cabecera de la transformación energética en el continente, pese a las numerosas lagunas que están sin resolver en la transición.

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Asturias entró hace un año en esa nueva dimensión, la del transporte ferroviario del siglo XXI, aunque pasado ya el primer cuarto de la centuria, con la apertura de los túneles de la variante del Pajares. Un hito para la historia de las comunicaciones de la región, generador de autoestima, como bien siguen apuntando los mandatarios, que fue colmado el 21 de mayo de 2024 cuando empezaron a circular las primeras unidades del S-106, las nuevas máquinas que Renfe llevaba esperando más de dos años para su incorporación a la red de alta velocidad. Y he aquí la situación antilógica. Esa imagen del AVE tan distinta fuera a la que padecemos dentro, alcanza el colmo de los colmos cuando resulta que los flamantes trenes, de los más sofisticados y avanzados del mundo ferroviario, se comportan como carracas sobre las vías, contribuyendo con ello a incrementar los problemas de una infraestructura incompleta y un servicio con una notable necesidad de mejora por delante.

La entrada en 2025 de las líneas de alta velocidad por las que transitan los modernísimos trenes no pudo ser más patética. Miles de viajeros quedaron tirados en las estaciones porque los Avril no funcionaban correctamente debido a un fallo informático que impedía la carga de las baterías. Requerían la actualización del software por el cambio de año. Una falta de atención en el mantenimiento técnico flagrante. Un fallo mayúsculo de planificación y de control.

Los Avril, si no ya su devolución, necesitan una revisión total de arriba a abajo. Desde que fueron recepcionados por Renfe acumulan cerca de medio millar de incidencias, que ahondaron el caos al que se ha visto sumido el transporte ferroviario por los propios problemas en las infraestructuras y en la gestión del servicio. La renovación de la flota, que iba a permitir una oferta más eficiente y de mayor calidad, está provocando justamente lo contrario, el cabreo permanente del usuario.

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La puntualidad del tren entre Gijón y Madrid, tres horas cuarenta y cinco minutos en AVE o cuatro horas exactas en Avlo, se está convirtiendo en un motivo de celebración, con sidra del patrimonio a ser posible, en cuanto que rara vez se cumple. Superados los trastornos de la obra de Chamartín, lo normal es el retraso de entre diez minutos a cuatro horas como le ha pasado a este que les escribe. Cuando no se queda el convoy atrapado en el intercambiador de León, se para por el camino por falta de energía, deja a oscuras a los viajeros o se cuelga el programa. A ello se une otra queja por comparación. Los modelos S 106, que no se compraron de saldo, resultan más incómodos y ruidosos. No quiero pensar el sacrificio que supondría si tuvieran que transitar por la rampa de Pajares.

Los Avril simbolizan una crisis, nos morimos de éxito. La carrera del liderazgo se acaba perdiendo en circunstancias tan graves y ridículas como estas. Los fallos están poniendo contra las cuerdas a todo el sistema ferroviario español. A lo sucedido con el hazmerreír de los trenes que no cabían por los túneles, se suma el 'affaire' de estas nuevas locomotoras. El Ministerio de Óscar Puente, probablemente sin culpa pero con toda la responsabilidad, mantiene abierto un proceso al fabricante. El mismo día que el ministro visitaba Sidenor para animarle en la compra del paquete accionarial del fondo Trilantic en Talgo una vez tumbada la OPA húngara, Renfe comunicaba a la compañía la ejecución de una sanción de 116 millones por la tardanza en la entrega de la flota. La operadora pública prevé también retener los pagos de las siete unidades todavía pendientes de recibir. La reclamación de compensaciones por los defectos y averías van por otro lado, al igual que la petición de ceses en la empresa mixta encargada de mantener los trenes en buenas condiciones de uso. Parece claro que el reseteo no debe quedarse solo en la informática. En este sector tiene que ser completo y general.

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