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En estas dos décadas de historia del plan de soterramiento de las vías y penetración ferroviaria de Gijón se produjeron cuatro realidades objetivas. La primera, ... la obra de la tuneladora que perforó la ciudad de oeste a este, desde El Humedal hasta Viesques, para el proyecto del metrotrén, quedando pendiente el tramo hasta el Hospital de Cabueñes que le daría mayor sentido a la infraestructura. La segunda, el derribo de las dos estaciones de trenes, cercanías y largo recorrido, una de ellas, la de Jovellanos, con apenas quince años de vida. La tercera realidad objetiva, la construcción en 2011 de la terminal provisional, cerrando el paso de la entrada a Gijón por Sanz Crespo. Y la cuarta, la verdificación del 'solarón' convirtiéndolo en un prao en el centro de la villa para el disfrute sobre todo canino, con el nombre oficial de los 'Jardines del tren de la libertad', en homenaje a las mujeres que combatieron la reforma de la ley del aborto. Sería en el año 2015, recién iniciado el segundo mandato como alcaldesa de Carmen Moriyón. Desde entonces, el plan de vías sufrió la condena de la discordia, se convirtió en motivo de combate políticos entre partidos y administraciones, hasta provocar el estupor y el descreimiento de los gijoneses, como ha venido sucediendo por desgracia para esta ciudad con la mayor parte de las obras públicas y anuncios de inversiones industriales de los últimos tiempos.
El pasado 27 de marzo quedará marcado en el cronograma del plan ferroviario. De la foto con el enésimo choque de manos entre mandatarios a la objetiva realidad tendremos que esperar más de cuatro años para valorar la ejecución de lo que ese día se ha acordado en el consejo de Gijón al Norte. Largo periodo, aún cumpliéndose a rajatabla los plazos marcados. A este respecto me viene a la memoria aquello de la fase cero, fase uno y fase dos que enunciaba la anterior alcaldesa, la socialista Ana González, cuando se decidió cambiar por tercera vez la ubicación de la estación intermodal para su emplazamiento definitivo en Moreda. Con el nuevo calendario, sin llegar a construir la nueva terminal, sobrepasamos las tres fases.
Ahora bien, el planteamiento validado en la reunión de las tres administraciones pone un punto de cordura a la actuación, con el derribo del viaducto de Carlos Marx, que lleva catorce años sin razón de ser, y la urbanización desde el solarón hasta la estación provisional. La imagen que se ofrecerá ya rallando el año 2030 con esta intervención sobre el espacio que en su día estaba comido por el puente y las vías cambiará radicalmente. De mano, la ciudad ganará en estética, aunque sigamos clamando por la extensión del tren hasta Cabueñes y, quién sabe, por la estación digna.
La propuesta edificatoria en todo el suelo liberado, con el gran corredor verde desde el centro de la ciudad hasta el parque de Moreda, apunta al equilibrio. Los bloques respetan las alturas del entorno, no son torres ni muros de ladrillo y económicamente para los actores resulta viable. La federación vecinal plantea que haya viviendas de protección en el lugar. Todo puede caber si se hace con sentido común. Desde luego, la zona tiene un atractivo para el negocio de la construcción inigualable. La colaboración público-privada en este caso tendría que darse por hecha.
Otra cuestión es quién de los actuantes podrá sacarle mejor partido a lo que este jueves ha quedado plasmado en Gijón al Norte. En principio no se puede buscar vencedores ni vencidos. El gobierno municipal que lidera Moriyón, después de renunciar al emplazamiento de la estación intermodal junto al Museo del Ferrocarril, ha logrado poner fecha al fin de la barrera física y también psicológica del viaducto para darle continuidad a lo que hizo hace diez años, adecentando el solarón. Y también conseguir que el futuro pulmón verde sea el segundo mayor de la ciudad después de los Pericones.
Por su parte, las administraciones socialistas, Principado y Ministerio de Transportes, abren un proceso de expiación con Gijón, que se espera sea fructífero para la mayor ciudad de Asturias tras el vejamen sufrido. Ahí se encuadra la apretada agenda del pasado 27-M.
Antes de la cumbre en el Ayuntamiento, se celebró la jornada del Corredor Atlántico en la Autoridad Portuaria. Los mayores compromisos de los que se hablaron estaban centrados en Gijón, con la ZALIA y El Musel como protagonistas. El intento para recuperar la autopista del Mar fue uno de los destacados. El Ministerio tiene en cartera más de cuarenta licitaciones, que en su mayor parte favorecerán, de una u otra manera, las conexiones del enclave portuario. El puerto, rescatado por el PSOE con el cambio en la Presidencia, se está convirtiendo en una institución clave para reparar la acción y recobrar la confianza de uno de los feudos del socialismo. La idea de reforzar su relación con la ciudad va por ese camino.
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