![Laboral Centro de Arte](https://s3.ppllstatics.com/elcomercio/www/multimedia/2025/02/08/102204079.jpg)
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Si se echa un vistazo a la programación de estos primeros meses en Laboral Centro de Arte y Creación Industrial, no se puede decir que ... sea un lugar apagado. Hace una semana se puso en marcha la exposición 'Máquinas Digitales', que es un recorrido llamativamente sorprendente sobre la relación que se puede establecer entre el desarrollo de las nuevas tecnologías y la sociedad. Y paralelamente discurren otras muestras igualmente impactantes, 'Mujeres invisibles en la historia del arte' y 'Arcoíris imposible', que vienen a poner de manifiesto que el centro tiene pulso y que ha recobrado fuerza después de la complicación pandémica y de caminar con grandísimas dificultades sin rumbo claro. No hay en todo el norte del país una oferta de vanguardia similar a la que se puede disfrutar en estos momentos en las singulares naves de los antiguos talleres de la Universidad Laboral. Vaya por delante esta apreciación, porque tenemos la tendencia en Asturias al cainismo, sin darle valor al resultado del esfuerzo en circunstancias difíciles, dejándonos llevar por las intrigas palaciegas hasta fulminar los proyectos, da igual las oportunidades que con ellos se abran.
En esta última etapa, el centro artístico de la Laboral ha ido recuperando el latido. Los contenidos discurrían por la línea marcada, la cifra de visitantes iba poco a poco aumentando y las expectativas dejaban atisbar un horizonte ciertamente alentador con los exiguos recursos destinados a desenvolver su producción. Mínima plantilla, espacios infrautilizados e instalaciones con un justísimo mantenimiento por unos presupuestos reducidos, ridículamente comparables con otras infraestructuras culturales, ya no de fuera de Asturias sino también con algunas incluso de esta misma región.
Quizás por igual razón, la de no tener suficiente dinero para afrontar los gastos, se pueda justificar, por ejemplo, que sea el único centro expositivo que no abra los domingos, algo inexplicable cuando una de las mayores críticas que se ha venido haciendo al equipamiento es la afluencia. Una escasez de público a la que se buscó todo tipo de argumentos, desde su falta de atractivo y la mala venta, hasta la lejanía del centro de la ciudad. Claro está que tampoco estamos hablando del Museo Jurásico de Colunga, un equipamiento de éxito popular que se creó en la misma época, cuando un gobierno asturiano tachado de grandón confiaba en la transformación de la comunidad con espacios arquitectónicamente llamativos para albergar una cultura moderna, innovadora y de impacto internacional. Laboral Centro de Arte, como el Centro Cultural Niemeyer, son producto de aquella era, la del 'arecismo', tan denostada después porque quienes le fueron sucediendo no llegaron a acertar en la gestión del deslumbrante legado que recibieron ni tampoco en su defensa. Por defectos presupuestarios y por excesos, se acabaron convirtiendo metafóricamente en los monumentos al despilfarro que divulgaron sus detractores. Esa imagen atroz, la del chiringuismo, sobre la que todavía se continúa incidiendo, sigue afectando de manera injusta en ellos. En especial, en el centro gijonés, que lleva sobreviviendo a la asfixia desde que Álvarez Areces dejó las riendas del palacio presidencial en 2011.
Por Laboral han pasado desde su apertura cinco directores. Que se hayan producido tantos relevos en la dirección no debería ser lo preocupante. Lo preocupante son las razones por las que se fueron marchando todas esas personas, siempre relacionadas con las limitaciones impuestas desde la autoridad cultural de la comunidad autónoma con sede capitalina bajo el argumento de la deuda acumulada por el centro. Mala solución se puede dar a ese problema si lo que se hace es ahogar más al elemento endeudado, pues llega un momento en que la única salida a la que se aboca es su desaparición.
El cese del último director, Pablo DeSoto, se produjo por «pérdida de confianza». Y la pérdida de confianza se justifica en un informe que recoge, junto al mal clima en el trabajo, una serie de irregularidades en las cuentas, que vulneran el principio de pulcritud exigible a cualquier responsable de un bien público. Siendo así, la destitución es correcta, pero también da pie a pensar si la decisión de reunir en una única persona la dirección artística y la labor gerencial es, igualmente, lo apropiado. En esta etapa de escasamente tres años se ha comprobado que no parece que la medida de ajuste sea acertada.
La Consejería de Cultura ha prometido acelerar la designación del profesional que sucederá a DeSoto, con la apertura rápida del concurso para la plaza vacante, pero sin intención de modificar la estructura. Se vuelve a correr el riesgo de caer en lo mismo. Y la idea de que Laboral Centro de Arte y Creación Industrial reciba mayor atención que la que desafortunadamente tuvo hasta ahora tampoco figura en la agenda.
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