Siempre he tenido un especial respeto al otoño por su especial belleza como estación, pero también por esa transición languideciente, cargada de desnudez y de nostalgia, hacia la crudeza del invierno. Suele venir placenteramente, sin brusquedad, relajante, con la noche comiéndose suavemente al día, sirviéndonos los frutos entre la hojarasca de los caminos. EL COMERCIO, durante toda su larga historia, lo fue saludando así, como normalmente se suele comportar, hasta el pasado domingo, el primero del equinoccio, que de forma enrabietada e injusta se llevó por delante a nuestro director cuando ni siquiera había llegado el momento de dejar descubiertos los árboles. Nunca este periódico, en sus 145 años desde aquel 2 de septiembre de 1878 en que salió a la calle su primera edición, había pasado por semejante trance. Siete días después, la desolación es tremenda, el dolor insoportable, el sentimiento de vacío aflora constantemente, pero este oficio, el más bello del mundo como Gabo definió, no deja de ser implacable. Ni la muerte repentina y cruel del capitán es capaz de frenar el rumbo de la nave.

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El pasado martes, tras el multitudinario tributo a Marce, la primera página del diario reflejaba en una frase el sentir del periódico ante su pérdida: «Tu fuerza será siempre la nuestra». Una fuerza blindada por la marea de expresiones de condolencia y apoyo que se siguen recibiendo por todos los departamentos y secciones del diario desde entonces. Mensajes de aliento para esta cabecera y para la familia de nuestro director, su madre, su esposa, su hija, su hermana. Una familia extraordinaria como no podría ser de otra manera para una persona igualmente excepcional.

Esa singularidad que Marcelino Gutiérrez reunía se ha ido describiendo en todos y cada uno de los artículos que hemos ido publicando desde la horrible madrugada que nos lo arrebató. Medio centenar de retratos de un ser que derrochaba humanidad. Solo cabe decir 'gracias', haciendo nuestras también las bellas palabras que, en pleno duelo, nos dejó escritas Vanesa Gutiérrez en la última página del pasado miércoles. Gracias, gracias de todo corazón.

Marce deja como legado un tratado del mejor periodismo y también una lección de vida. En los últimos treinta años una buena parte de quienes conformamos la plantilla de EL COMERCIO hemos trabajado con otros cuatro directores: Francisco Carantoña, Juan Mari Gastaca, Juan Carlos Gauna e Íñigo Noriega. Todos ellos muy distintos entre sí, pero con unas excelentes virtudes cuya huella quedó impresa en lo que hoy es este periódico, el compendio de su labor. Marcelino Gutiérrez representaba la síntesis de los cuatro. Un periodista de la cantera, con toda su trayectoria profesional labrada en esta casa, que pasó de ser un brillante discípulo al gran maestro. Él encarnaba como nadie los valores del diario en el ejercicio de la profesión: Honestidad, integridad, humildad y respeto. Unos valores transmitidos a la totalidad de los profesionales de esta cabecera, que seguiremos con orgullo enarbolando bajo la responsabilidad también de que perduren de generación en generación.

Marcelino se entregó a la insaciable pasión de este oficio que confronta las veinticuatro horas del día y los trescientos sesenta y cinco días del año con el discurrir de la realidad. Una realidad que no pocas veces se comporta como un caballo desbocado, indomable e imprevisible. Como la propia vida. La velocidad vertiginosa en la que se desarrollan los acontecimientos hace cada vez más difícil la capacidad de permanencia. Sin embargo, en este caso, suceda lo que suceda, la ausencia física de Marce en EL COMERCIO se transforma en presencia viva a través de la herencia recibida y de la memoria.

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Estimados lectores, el viernes el equipo de Redacción celebró la reunión preparatoria del fin de semana que les estamos ofreciendo sin nuestro querido director por primera vez desde que había tomado las riendas en febrero de 2016. En esa reunión, además de fijar los temas que ustedes pueden leer en la edición de hoy, en papel y en digital, también agendamos los asuntos de interés de los próximos siete días. La actualidad, como siempre, viene cargada. Prestaremos atención a la concreción de las ordenanzas fiscales municipales y a los primeros esbozos presupuestarios, al plan de usos de Tabacalera, a las negociaciones sobre la regulación de empleo de Arcelor, al derribo de las chimeneas de las baterías siderúrgicas de Avilés, a la preparación de los actos de los Premios Princesa, a las obras del tercer carril de la 'Y', a la definición de la ansiada apertura de la variante ferroviaria de Pajares, al proceso para la constitución de un gobierno en España, a los efectos de la inflación, al Sporting, al Oviedo, a la cumbre de la Liga con los equipos del norte en Gijón, a la guerra... Y lo haremos como desearía Marcelino, con el rigor y el compromiso con el territorio que ustedes esperan de este diario decano.

Va por ti, director.

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