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Lo expresa la RAE. «Catarsis: entre los antiguos griegos, purificación ritual de personas o cosas afectadas de alguna impureza». Tan atinada definición parece estar diseñada ... con el noble propósito de hacer la autopsia a los congresos del Partido Popular en Gijón. La cosa viene de muy lejos, pero las impurezas y la necesaria purificación son, vienen siendo, una constante, sin que el enfermo PP local consiga salir de la Unidad de Cuidados Intensivos. Es obvio que los 'médicos/as' que pasaron por el 'quirófano', algunos/as ya en cómodo estado de jubilación o muy cerca de ello, tampoco tuvieron mucho tino en el trato del bisturí. En ello estábamos cuando, tras una década sin contar con la opinión de la militancia local, la sangre joven llegada a la cúpula de Oviedo le echa valor y, como diría MAR, la cosa «va p'adelante»: Se da la orden de reabrir el apolillado quirófano. Vamos, se convoca un congreso. Menos mal que apenas tendrán derecho a voto unos ochocientos militantes, como mucho. Dos lustros para esto. Entonces se repite el ritual: oficialistas, renovadores, tercera vía (descarrilada), censo que no aparece (para algunos), navajazos virtuales fratricidas y, en fin, lo conocido. A la hora de operar al enfermo, cara a cara y sin máscara, ahí están dos doctores: Andrés Ruiz (joven con dilatada experiencia en el partido desde las tiernas 'juventudes' ) y, al otro lado de la mesa de operaciones, Jose Manuel del Pino (profesional veterano con menos experiencia en 'sangre política', pero blandiendo la bandera de renegar de los profesionales del escarnio y la guerra sucia). Sin falta de tirar de manual, a los amigos del «enfermo» no se les escapa a quien prefiere el director del 'hospital' Vamos, quién es el 'doctor' elegido por la cúpula para operar. El problema, así lo ven no pocos de los perplejos afiliados del PP local, es que se está tratando de aplicar una terapia al enfermo (ese que se tuvo que conformar con una pírrica representación en los últimos comicios locales) que se parece muy, pero que muy mucho, a la del congreso del año 2003. ¿Recuerdan? Pilar Fernández Pardo se batió, y venció, a las huestes de un desconocido candidato, Lucas Domingo, que venía avalado por quien todos sabían, y saben. La cosa acabó como el rosario de la Aurora. Ahora, se va a repetir la historia, con diferentes cabezas de lista, pero, algún caso, con los mismos fontaneros/as. Curioso, porque, en aquel entonces, Andrés Ruiz era un infante y José Manuel del Pino era un profesional ajeno a toda actividad política. Han pasado más de cuatro lustros, pero el PP local sigue en la misma mesa de operaciones, con el mismo obsoleto instrumental y a la espera de un anestesista salvador. ¿Diagnóstico final? Parece que sólo una catarsis vía urnas puede aliviar al moribundo.
Las prácticas del pasado se han mostrado ineficaces y dañinas. Si se pretende un futuro con más salud, parece inevitable una nueva terapia. El afiliado tiene ahora la oportunidad de elegir al galeno.
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