Dice don Quijote, que «quien canta sus males espanta». Por eso se recomienda el villancico, el cántico del villano al decir de la etimología, más ahora que nos cercan los problemas, nieve, recias tormentas con nombres de ogro, microbichos al acecho de esa gente enmascarada ... que, por hacer uso y abuso de la libertad de movimiento, se agolpa en manada para contagiarse con alegría. Suben los precios, baja la moral, cierran los negocios, pero, oye, como quien no se contenta es porque no quiere, ¡a cantaaar!, y aunque la alegría parezca obscenidad en estos aciagos días, conviene echarse la pena a la espalda y embriagarse con villancicos, que dentro de sus absurdas letras encierran las virtudes de una vacuna antidepresiva, y así, hasta los males se espantan. Ya me dirán qué sentido tiene, si no es la risa, eso de cantarle a la segunda persona de la Santísima Trinidad lo de 'ay del chiquirritín, chiquirriquitín, metidito ¿entre pajas?', texto que parecería una falta de respeto si no fuera porque da la excusa al que tiene que hacer los coros. En medio del natural regocijo que traen consigo las cenas familiares, con el omnipresente cuñado de Risitas dando palmas, uno deberá envalentonarse, sucumbir a la tradición, y copa de sidra en mano, mencionar a esos peces del río que, como tú, sin parar, 'beben y beben y vuelven a beber por ver a Dios nacer'. Mientras el cuñado pelma dará la réplica con el burro sabanero, 'arre borriquito, vamos a Belén, que mañana es fiesta y al otro también'. Y los niños cogerán la onda y seguirán con lo de 'yo me remendaba, yo me remendé, yo me eché un remiendo, yo me lo quité', que ya me dirán adónde conducen tan crípticas letrillas, a no ser a achicar los problemas y las angustias de la vida. Bien lo entendió la gran Leticia Sabater, que el año pasado contribuyó a la algazara general con su histórico villancico 'El Polvorrón', 'tú tocas la zambomba, yo le doy al polvorrón', letra de finura prodigiosa que se completa con el estribillo del 'porrompompom', que se da un aire al 'rom po po pom' de 'El Tamborilero', de Raphael, otro que tal baila, y que como de costumbre amenaza con reasomarse a los medios para decirle cuatro cosas al chiquirritiquín que espera metidito ¿entre pajas?

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Lo que no se sabe todavía es cómo le va a ir a La Marimorena, la del ande, ande, ande, que es la Nochebuena. Creo que andará acongojada, nadando, nadando, nadando, en cayuco, por la ruta del estrecho, cruzando con tiritona ese infernal Caribdis que ya se ha tragado a otras muchas Marimorenas. Que esa es otra. En fin...

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