Sin duda nadie dentro del PSOE local esperaba llegar a esto. Por supuesto, me refiero a la guerra interna que cada día se pone más en evidencia. Esto es, a que una parte de la agrupación local aboga por unas primarias para cambiar a la ... cabeza de lista, mientras que otra defiende su gestión. Lo normal, insisto, es que estos movimientos telúricos se hubiesen producido dentro de la oposición. Al fin y al cabo, sería quien más tensión tendría que soportar en la elección de un candidato para intentar llegar al poder, por encontrarse en peor situación. Sin embargo, el ejercicio del derecho a primarias solicitado por un grupo de militantes ha traído consigo este proceso inédito dentro de la organización, cuyas reglas parecen escribirse de manera improvisada. Tanto es así, que las partes implicadas no paran de solicitar auxilio a instancias superiores (Ferraz) al considerarse desamparadas. El caso, como digo, es que el espectáculo político está garantizado. Nadie, repito, esperaba que el partido de gobierno por excelencia en Gijón estuviese tan dividido a estas alturas. Todo ello a poco menos de diez meses de las elecciones municipales. Máxime, cuando venían de recuperar la hegemonía en el Consistorio, después de ocho largos años de travesía del desierto. Ahora bien, cuando no se escucha a la calle y su malestar, sucede que eso mismo acaba trasladándose de manera interna.

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La cuestión, que nadie se engañe, se centra única y exclusivamente en la figura de la alcaldesa, Ana González. Es su forma de hacer las cosas lo que está en solfa. Una parte de sus compañeros entiende que su manera de conectar con los gijoneses no ha sido la correcta, mientras que para los defensores el liderazgo de la acción municipal ha resultado impecable. Aquí, por tanto, no estamos hablando de programas, diferentes ideas o debates sobre distintos modelos municipales; sino que se reduce a la manera de gobernar de González. Algo que tiene mucho que ver con la propia personalidad de la alcaldesa. Por cierto, en la actualidad inmersa en plena campaña de imagen. Un día se la ve por el rastro, el otro en una fiesta de la cerveza y al siguiente con los más jóvenes en la CometCon. ¿Será suficiente para convencer a sus compañeros de que es la mejor opción electoral? Desde luego, lo desconocemos. Lo que sí debería tener claro la militancia socialista es el dilema que le están planteando: Ana sí, Ana no. Oigan, y no hay más.

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