En el concejo de Siero están de enhorabuena. La llegada de la multinacional Amazon representa todo un chute de moral. Algo, por cierto, de lo que estamos muy necesitados en nuestro paraíso natural. Digo más, no es por casualidad que hayan sido elegidos entre más ... de treinta localizaciones en el norte de España. El municipio sierense está haciendo una gran labor de cara a atraer inversiones y eso se nota. Entre sus fuertes, se encuentra una buena situación (en el centro de Asturias), su red de conexiones por autovías (luego dicen que las infraestructuras no son importantes) y la estupenda predisposición del Ayuntamiento (con su alcalde, el socialista, Ángel García, como motor). Buena prueba de esto último ha sido que el gigante norteamericano se ha sentido cómodo desde que inició la primera implantación en el verano de 2019, con una estación logística. Dicho de otra manera: desde instancias municipales cumplieron las expectativas en cuanto facilitar los plazos administrativos y dar confianza mediante gestos. Recordemos que las empresas obtienen una bajada en los impuestos municipales por establecerse. De no ser así, no estaríamos hablando de una inversión posterior de 100 millones de euros y sobre 2.000 empleos directos. Lo dicho: enhorabuena.
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Ahora vamos con la versión gijonesa: el 'Amaizón'. O sea, la Zona de Actividades Logísticas e Industriales de Asturias (ZALIA) de San Andrés de los Tacones. Un área pensada y creada para inversiones como las que finalmente han recalado en Siero. Sin embargo, los de Amazon vinieron por aquí y vieron lo que había. Un polígono sin acabar (le falta que concluya el único enlace previsto, por La Peñona), con falta de infraestructuras básicas (la potencia de la luz es para enchufar la fotocopiadora) y un desastre de gestión absoluto (en quince años han conseguido vender una parcela). Todo ello, junto con un Ayuntamiento al que parece que solo le molan las empresas tecnológicas. Esto es, vuelca sus esfuerzos en el Parque Científico y Tecnológico, pero se olvida de que también hay otras actividades.
En definitiva, una multitud de sectores que bien tendrían cabida en Gijón si se realiza una política amable hacia la inversión. No me extraña, pues, que los americanos se marchasen espantados ante tal panorama. Sería suicida para ellos -yo diría que para cualquiera- apostar por la ZALIA en estas condiciones. Y hombre, tontos, lo que se dice tontos, precisamente no son.
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