Si hay dos cosas en la naturaleza humana opuestas, aparentemente, son el altruismo y el egoísmo, aunque puede que en el fondo sean lo mismo. A esa conclusión llegó el economista norteamericano Gary Becker, (Pensylvania 1930, Chicago 2014), laureado con el Premio Nobel de Economía ... del año 1992.
Publicidad
Gary Becker fue un economista poco convencional, muy alejado de esos teóricos que antes llenaban pizarras y ahora se dejan la vista en su pantalla de Apple, con modelos y fórmulas que están basados en hipótesis que nunca se darán en la vida real. Becker era otra cosa y por eso dejó huella en universidades como Chicago y Columbia. Además, el compartir vivencias con iconos de la talla de Schutlz, Friedman, Stigler o Savage le hizo tener una mente ecléctica y polifacética. Si hay alguna frase de Becker que me haya causado impacto es aquella que dice que «la Economía es el arte de sacarle provecho a la vida, con una restricción llamada tiempo que no es posible cuantificar, porque nadie sabe lo que vivirá». Es decir, buscar la máxima utilidad con unas restricciones materiales, ya que los recursos son limitados y con un tiempo que es lo más valioso que hay en la vida, y del cual desconocemos cuánto nos queda. Becker, bautizado como 'el economista del comportamiento humano', tenía unas ideas consideradas iconoclastas, que se pueden resumir así:
1. Medir la felicidad es una tarea imposible y el tiempo es la principal restricción que hay en nuestras vidas, siendo un factor que iguala a ricos y a pobres. Paradójicamente, puede que un ciudadano de Tanzania sea más feliz que un noruego y que un brasileño sea más feliz que un canadiense, porque no solo cuenta la utilidad que se consigue, sino el hecho de que la felicidad es comparativa con nuestros semejantes cercanos.
2. Becker sostenía que la 'no-igualdad de oportunidades' es la mayor discriminación que existe, y que los sindicatos son causantes de tanta o más discriminación que las empresas, porque generan un mercado de trabajo dual. El mayor ejemplo es España donde hay dos categorías. Los trabajadores públicos y los privados y dentro de los privados, los que tienen contratos de trabajo blindados por la antigüedad, que supondría un coste inasumible para poder despedirlos, y los que tienen contratos precarios. Al final, las empresas no pueden quedarse con el mejor candidato, ya que el mercado de trabajo es totalmente ineficiente debido a la legislación laboral que hay. Becker sostenía que los países justos son aquellos que ofrecen igualdad de oportunidades en la salida y no en la llegada. El esfuerzo y el mérito deben ser recompensados. O sea, justo lo contrario de lo que es la sociedad española.
Publicidad
3. La libertad y la seguridad son las dos caras de una misma moneda. En una sociedad moderna no puede haber libertad sin seguridad y no puede haber seguridad sin libertad. Los estados 'buenistas' tienden a defender al delincuente, con lo cual, al final, no hay ni libertad ni seguridad.
4. Becker sostenía, al igual que otros como Solow, Schultz, Senn, etc., que «el capital humano está formado por la acumulación e interacción de conocimientos útiles que el ciudadano atesora a lo largo de su vida». Por eso invertir en una educación de calidad es lo mejor que un estado puede hacer por sus jóvenes. Mutilar la historia, regalar los aprobados y llenar la cabeza de tóxicas ideas dogmáticas, en lugar de transmitir conocimientos útiles para la vida, no es el camino y a la vista están los resultados. España tiene un déficit brutal en formación matemática, técnico-científica y económico-jurídica.
Publicidad
5. Las razones para el éxito en la vida y en la economía son un misterio profundo y no siempre triunfan los mejores. En política sucede lo mismo, y hay ejemplos cercanos en los cuales las listas cerradas propician que haya algunas personas ocupando cargos que tienen una conducta esperpéntica, las cuales jamás habrían sido elegidas por los ciudadanos si hubiese listas abiertas. Hace falta una democracia real, no indirecta. Becker advierte de que, a veces, se perpetúan desequilibrios porque una vez que se forma una posición predominante es difícil que se altere la misma, porque es necesaria una 'masa crítica' para que se produzcan cambios significativos.
Y la idea central del pensamiento de Becker está plasmada en una obra publicada en 1976, en la cual defendía que toda conducta humana está regida por una idea egoísta o altruista. La evolución nos ha traído hasta aquí apoyada en el egoísmo que nos lleva a luchar por la vida y en el altruismo que nos hace sobrevivir como especie y nos empuja a hacer actos que son desinteresados, aparentemente. En la vida nada es gratis.
3 meses por solo 1€/mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.