Si hoy, estos días, inundan estas páginas artículos y recuerdos sobre Marce es porque todo el mundo tiene una historia que contar con él. Cada presidente autonómico, gerifalte de alguna exótica institución y responsable del último colectivo del último rincón de esta región, por supuesto, ... tiene algo que decir sobre su última conversación con Marcelino Gutiérrez, porque todos lo han conocido, tratado y leído; pero también la tenemos los ex trabajadores de esta casa, los colaboradores eventuales, los autores casuales y los paracaidistas o espontáneos que aparecen por la redacción de EL COMERCIO constantemente con un libro recién escrito bajo el brazo, con la idea definitiva para que Asturias sea un lugar mejor o con la exclusiva que a todos nos va a cambiar la vida.

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Marcelino, mucho antes que responsable de este diario, fue alguien con la paciencia y la entrega necesarias para atender el último detalle del periódico que tiene usted en sus manos. La fórmula ha sido sencilla, aunque extenuante: tratar a todo el mundo de uno en uno. Conocer cada recoveco, cada persona, escuchar cada palabra, perfilar cada situación y medir cada titular hasta donde las horas del día y los ojos alcanzaban.

Muchos de quienes nos preciamos de haberle conocido, de haberle considerado amigo, nos hemos preguntado qué le mantenía en movimiento, qué le permitía amar y vivirlo todo con tantísima concentración y entrega, incluso aunque hubiera otros cincuenta frentes ardiendo.

Ha sido el primero en llegar y el último en marchar, ha sido un faro en cuanto a lo que supone esta profesión, y esta institución, cuando muchos hemos pensado en abandonarla. Marce, te has empeñado en que entendiéramos para qué sirve un periódico cuando se nos ha olvidado, cuando el viento ha cambiado de rumbo, cuando el mundo ha empezado a girar distinto. Descansa, descansa ahora. Te lo has ganado.

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