Sánchez, entre dos vuelcos

Las espadas van a seguir en alto entre el PP y el PSOE y no hay tregua veraniega a la vista. Basta contemplar el giro de los populares contra la inmigración irregular, explicitado por su portavoz en el Congreso, Miguel Tellado, al pedir buques de la Armada para impedir la llegada de cayucos a las costas españolas, para comprobar hasta qué punto la formación que lidera Alberto Núñez Feijóo corre el peligro de deslizarse hacia un territorio extravagante lindante con Vox. Mensajes como airear 'fakes' sobre el reparto nocturno e irregular de inmigrantes alimentan la peor estrategia para racionalizar el asunto. La hiperventilación conecta con los vientos extremos que soplan en el mundo

El PP agita el miedo a la inmigración como un factor de excitación del electorado de la derecha siguiendo, además, el modelo del populismo radical y extremista en Francia, favorito en las elecciones de hoy. Reagrupación Nacional (RN), heredero de la ultraderecha clásica del Frente Nacional, parece que ha logrado conectar con un hondo malestar en Francia. Veremos si el partido de Marine Le Pen logra una mayoría suficiente para poder gobernar y forzar una cohabitación con el presidente Macron. O si al final el frente republicano -alianza de socialistas, comunistas, ecologistas y centristas 'macronistas'- consigue impedir la mayoría ultra y permite un bloque progresista alternativo, aunque tendrá una muy difícil viabilidad si queda fuera la Francia Insumisa situada más allá del espacio de la izquierda natural del PS. La ingobernabilidad asoma a la vuelta de la esquina.

Los comicios en Francia pueden determinar los futuros equilibrios ideológicos en Europa. Si el frente republicano logra pactar una mayoría con la izquierda templada, Macron afrontará una gestión complejísima, que difícilmente podrá consumar una legislatura. Evitará, eso sí, una victoria populista que puede lanzar un torpedo a la línea de flotación de la UE.

El experimento francés tendrá sus efectos en la política española. El grito de 'No pasarán' de los detractores de Le Pen en la plaza de la República de París -coreando la mítica consigna de la resistencia antifranquista en el Madrid de la Guerra Civil- constituye una elocuente referencia de la conexión emocional que encierra el debate francés con la situación de España. Ahora bien, no olvidemos que Francia es la patria de la Revolución, pero también de la Contrarrevolución.

Al tiempo, los resultados de las elecciones británicas constituyen un reconstituyente para Pedro Sánchez. La victoria aplastante del Partido Laborista representa un seísmo en Reino Unido, que abre el paso a una nueva cultura en la que la agenda socialdemócrata vuelve a tener un peso clave frente a discursos neoliberales. Lo difícil viene ahora. Pero el triunfo de Starmer y la clamorosa derrota de los conservadores constituye un gran baza para Sánchez, que ya no está solo en la familia socialdemócrata europea. El auge laborista y la resistencia de los socialdemócratas alemanes permiten algunos compañeros de viaje al Gobierno de coalición PSOE-Sumar a la hora de hilvanar una respuesta progresista que defiende el modelo social de bienestar.