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En mi lejana y turbulenta infancia presencié algunos hechos que permanecen en la memoria. Ahora que me olvido dónde he dejado el reloj que llevo puesto, recuerdo aquella vez que a la puerta de la iglesia dos mujeres se dieron puñetazos cuando recogían de un ... caldero el agua bendita. Todo el mundo procuraba llevar su botella después de que el sacerdote hiciera la cruz con la mano y echara unas gotas con el hisopo, pero los cálculos de la buena gente eran que el agua de la superficie del caldero debía de estar mejor bendita que la que reposaba en el fondo. Que una de las mujeres se colara en la fila lo interpretó la otra como un acto de traición, que restaría eficacia cuando hubiera que derramar unas gotas de la botella en las tierras después de la siembra, para proteger de las torrenteras y el pedrisco. Santa Bárbara bendita, por esta agua líbranos... Algunos decían santa 'válvula', pero la intención era la misma, salvar la cosecha con aquel rociado del agua de don Baldomero, que sustituía los manantiales de Lourdes y la del río Jordán. Mujer contra mujer por el agua bendita. Dos cerebros duros y medievales, y quién sabe si rozando la locura por el fanatismo y el hambre.

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