En estos días de jaleos vacacionales y turísticos, a mí, como a muchos otros, me toca acercarme al aeropuerto, que antes llamábamos de Ranón y ahora de Santiago del Monte. Tan cierto como que algunas compañías expendían billetes al 'aeropuerto de Oviedo'; y ahora, para ... distanciarse de esos nombres de las aldeas contiguas, suele decirse Aeropuerto de Asturias. Ni siquiera es ajustada esta denominación. Un señor de Llanes puede sentirse tan asturiano como uno de Avilés, y decir que no es ese su aeropuerto, teniendo el de Santander más accesible y con mejores servicios.
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Quizá sea ese mapa alargado el que nos desconectó física y emocionalmente. Medio arreglada la costa con una autovía, pero el Suroccidente sigue como un 'Serengueti' de lobos y osos. Ahora anuncian nuevas conexiones aéreas desde el Aeropuerto de Asturias, que supongo que no producirán gran entusiasmo a un ciudadano de Ibias o de Pimiango. Pero tampoco un morador de Oviedo que disponga de una guía de aeropuertos se sentirá muy satisfecho al saber que el suyo, el de Asturias, es el más alejado de la capital de cuantos hay en España. Y que la ubicación se debe, en contra de la opinión de los técnicos, a una cacicada capitalina. Ay, aquellos ministros y aquella señora.
Reconocemos la importancia de la ciencia para aproximarnos a los países punteros. Quedamos en la necesidad de invertir en investigación, y procurar retener a nuestros mejores investigadores. Eso es un mal a nivel nacional, pero en Asturias lo mismo se expulsa a los vivos que luego se ignora a los muertos. Aún se recuerda el entierro semiclandestino de Severo Ochoa. Y yo me acuerdo de aquella vez que mostré la ubicación del sepulcro de nuestro Nobel, lleno de moho, a unos médicos gallegos. Apostaría a que con las nuevas leyes de educación, en las que pretenden incitar a las mujeres a que estudien carreras científicas, la mayoría no saben dónde nació Margarita Salas, ni a qué se dedicó. Esta gran científica vino al mundo en un concejo donde brillaron grandes hombres, oscurecidos por nefastos políticos. Creo que a estas alturas ya muy pocos se acuerdan de que Margarita Salas nació en Canero. Y que para honrar a esta mujer excepcional, conectada como científica al mundo entero, nada mejor que ese aeropuerto de nombres confusos lleve el suyo concreto: Aeropuerto Margarita Salas, mujer que vivió para la ciencia y la divulgación científica. Que las niñas al menos la recuerden.
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