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Qué gusto da mirar la clasificación. Abres los ojos más. Hinchas los pómulos. Alzas las cejas. Justo detrás del todopoderoso Racing de José Alberto –siete victorias consecutivas fuera de casa–, estamos nosotros. Lees Sporting. Lo vuelves a leer. Y así te ... puedes pasar la tarde. Segundos. ¡Se-gun-dos! Catorce jornadas, justo un tercio del campeonato, y 25 puntos que serían 75 al acabar si se mantiene la equivalencia en los dos tercios restantes. ¿Ascenso directo? Hombre, pues, ¿por qué no? Las sensaciones son cojonudas. Así de simple. Un equipo intenso, directo, vertical, eficaz y, por qué no decirlo, con la dosis de fortuna propia de quien hace las cosas bien. Porque el Burgos bien pudo meternos dos en la primera media hora. Luego llegó el penalti y el descanso, cuando Escipión, nuestro míster, movió ficha. Adelantó la defensa y los apuros de la primera mitad se evaporaron.
Cuando tienes entrenador la vida se ve de otro color. Y cuando los fichajes funcionan, en especial Dubasin, pues mejor que mejor. Este Sporting, además, parece tener incluso margen de mejora. Está armado hace apenas dos meses con una forma de jugar diferente que, por tanto, está quizá aún fraguando sus cimientos. Se puede esperar más de Gelabert, que enseña cositas –o cosazas– en cada partido, pero le faltan aún un protagonismo más determinante. Cabe sacar más fruto de la competencia por el '9', donde Otero rinde menos que en banda y están ahí mordiendo Campuzano –en estado de gracia, se extrañan sus pocos minutos a no ser que se le esté cuidando de una lesión– y el troncomóvil Caicedo, que también puede aportar su potencia. Hay relevo además en casi todas las líneas, lo cual está aprovechando con tino el míster en los relevos de la segunda parte. Están todos enchufados. No hay, por hacer una crítica, preciosismo en el juego. Estamos en versión práctica. Aunque de vez en cuando se trenza una jugada entre los Dubasin, Méndez, Gelabert, Rosas...
¿Soñar con el ascenso en la jornada 14? Pues sí. Hay sobrados motivos para ello. Sobre todo, mirando al míster que nos hemos agenciado. Esto es como el Barça. Xavi el llorón decía: Esto es lo que hay. Esto no da más de sí. Con la misma plantilla, Flick, un tipo de que hace simpático, arrasa. ¿Y el Madrid? Simplemente, le falta hambre, amén de faltarle un pasador en el mediocampo. Ganarlo todo un año y cuasirrepetir alineación al siguiente es un craso error. Sin hambre no hay nada que hacer. Son dos ejemplos, Madrid y Barça, que nos sirven para saber dónde estamos. Pues bien. Recordémoslo. Segundos. Con entrenador. Y con hambre. El cóctel perfecto para soñar. Viene el Granada con muchas bajas. Nosotros, a seguir con el pabellón alto.
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