¿Qué me pasa Dotor?

El Sporting ha entrado en el tramo intenso de la Liga –vamos a por la jornada 25– con demasiados agujeros en el equipo titular. No funciona el centro de la defensa, con un Rober Pier en horas muy bajas. No funciona la izquierda, con Gaspar lesionado y Queipo desaprovechando la ocasión. Cero goles y quizá también cero asistencias. Y no funciona Otero de delantero centro, que lleva solo dos goles en jugada en 24 partidos (los otros cuatro fueron de penalti).

Se impone una pequeña revolución en el once, un once condicionado por esos cinco defensas a los que obliga la fragilidad defensiva. Acaso esta semana sea momento de probar qué pasa con una defensa de cuatro y un trivote en la media, a ver si así nos entonamos mejor hacia adelante. Debería estrenarse por tanto Dotor, el único refuerzo llegado tras descartarlo el Oviedo (así nos van las cosas). Dotor-Méndez-Martín se antoja la inevitable tripleta de la jornada. La revolución deberían completarla Campu de nueve y Pablo de extremo izquierdo (o Otero) con Dubasin por la derecha. Hay que probar eso y si sale mal, echarnos a temblar. Porque tampoco hay muchos más recursos. ¿Probar a Caicedo con Campu? Otra posibilidad. E irnos a un 4-4-2. Pero atrás somos demasiado débiles quizá para este sistema. ¡¡¡¡¡Ay Izquierdoz, Ay, Insua. Ay, Rivera, Roque, Varane!!!!!! Qué estúpido verano de despidos y una venta de saldo para luego quedarnos en ropa interior pasando frío. Qué mexicanos tan erráticos, tanto que algunos los ven ya intentando vender el club para recoger el dinero que puedan y salir corriendo a otra parte. Han acabado por ser nefastos estos tipos, opacos, malvendedores, destrozadores de filiales, puros y simples especuladores.

Pensemos en la pelota. Viene el Burgos. Toca redención. Toca espabilar. Toca un milagro made in Albés con lo puesto. Seguramente, sin Nico Serrano, el ansiado extremo bilbaíno cedido (siempre cesiones) que Valverde se resiste a soltar y ahora además tiene gastroenteritis. Toca apelar a la casta, a una intensidad a borbotones, a afrontar el partido como una auténtica final. Porque si no, lo llevamos clarinete.