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Antes del partido, mintió. Dijo que lo más importante en los derbis son los jugadores y después, la afición. Él se colocó en tercer lugar. ... Pero todos sabemos que un entrenador es la pieza clave que hace funcionar todo lo demás. Miren si no cómo empezó el Oviedo el año pasado con Álvaro Cervera y cómo acabó con Luis Carrión. Este año tiene pinta de ir a ocurrirle algo similar a los vecinos, pues Calleja está transmitiendo muy poco pese a decir públicamente que tiene la mejor plantilla de Segunda.
Pero a lo nuestro. Y lo nuestro es Rubén Albés, el míster con mirada de ave rapaz, que ha engrasado al Sporting en tiempo récord, logrando en la cuarta jornada lo que no conseguíamos en El Molinón desde hace casi cincuenta años: ¡Meterle tres goles al Oviedo! El principal responsable de esta gesta es él, aunque también sumen, cómo no, los otros dos factores: jugadores y afición. Porque sin un líder, sin un estratega, sin un criterio bien definido un equipo hace aguas. Ejemplos hay para escribir una enciclopedia. En cambio, con un entrenador como dios manda se puede subir a Primera incluso con medianías; último ejemplo, el Leganés. Antes, un Elche que había quedado séptimo. Etc. Etc. Etc.
Este año, tras el revolcón de la plantilla del verano, Albés ha logrado hacer argamasa en tiempo récord. Tras los partidos de Levante y Eldense parecía que íbamos a ir muy cuesta arriba en el arranque liguero. Venían dos sapos con la inoportunidad del momento, pues parecía que aún nos faltaba mucho para despegar; en especial, un líder en cada línea de juego. El punto de Almería dio moral. Lo del 3-1 al Oviedo es para enmarcar, para recordar y a partir de ahora también para soñar. Porque lo conseguido el sábado no se veía en Gijón desde la Liga 1975-76. Otro 3-1, entonces, cuando se fraguaba el mejor Sporting de todos los tiempos. Medio siglo que hace que buena parte de los aficionados nunca hayan visto marcar tres goles al Oviedo, ni tampoco dos, pues desde ese de los años setenta hasta el sábado solo habíamos logrado, como máximo, marcar un gol al Oviedo en El Molinón. O uno o cero. Si uno mira el histórico, tal parece un código binario de ceros y unos que aburre a las piedras. Pues en los derbis de este último medio siglo ha habido por norma poco fútbol y menos goles.
De los 40 partidos jugados en Primera en toda la historia caemos con estrépito. Ganamos 8, empatamos 13 y perdimos 19. Pero en los 49 jugados en Segunda ganamos con cierta holgura: 21-12-16. Esa victoria número 21 en Segunda contra el Oviedo se la debemos a Rubén Albés, nuestro gallego con mirada de águila. Visto que no le asustan los retos, podemos ponerle otro. Subir a Primera y ganar también el derbi ahí.
Si sumamos ambas categorías de momento salimos perdiendo en el global de los 89 partidos disputados: 29-25-35 (ganados, empatados, perdidos). Hay todavía mucha tela que cortar. Pero la alegría del sábado no nos la roba nadie. Solo llevábamos medio siglo esperándola.
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