El arte de vivir

Saber vivir es todo un arte. Difícil, complejo, esencial. ¿Qué ritmo ponerle a la vida? ¿Cómo alcanzar el punto de la felicidad? Hay quien vive ... a gusto en diapasón bajo, rutinario, repetitivo. Y quien maquina una fiesta diaria. De esta última versión quien conoce a Liliana, a la sazón hermana querida, es difícil que tenga en su mente un listón más alto, más inalcanzable, más frenético. Cuando llegó la pandemia, sus idiomas, sus visitas guiadas y su frenesí quedaron frenados de cuajo y no dudó en empezar Historia del Arte, carrera hermosa, pero de intenso empolle, que acaba de terminar pese a ser madre, curranta de sol a sol y un millón de cosas más. Y claro, había que hacer una fiesta. ¡Cómo no! Llena de adornos, de recuerdos, de bromas, de alusiones e incluso actuaciones. Había que disfrazarse con el arte por ventura y esto permitió revivir en una espicha a Goya, Klimt, Velázquez, Dalí, Munch, Degas, Sorolla, Yayoi Kusama, Kiker (en versión real y figurada) junto a personajes salidos de históricos lienzos como 'La maja desnuda', 'El beso' o 'El grito', por citar solo unos ejemplos, un gaitero (siempre dan color) y una recua de niños que compartieron lienzo haciendo una obra conjunta. Hubo teatro, también, con Frida Khalo, unas geniales rederas candasinas, una poetisa evocando a Lorca y un terremoto de hermana dando cuenta, micrófono en mano, de mil chanzas que entrelazaban la historia del arte, con la de la familia y los amigos. Vivir con arte, a golpe de ingenio, es un talento, un preciado tesoro que arrastra, además, a todos los que se tiene alrededor. Unirlos, juntarlos, divertirlos requiere un trabajo de trastienda infinito. Pero el resultado es siempre bueno, o excelente, dejando recuerdos que no se borrarán nunca. El sábado, en el Trole, se bebió, se comió, se pintó y se regalaron cuadros. Uno, con mensaje incluido: «La vida es el arte de encontrarse y si es para celebrar mejor». ¡Enhorabuena, licenciada!