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Ya tenemos la Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual. La del 'solo sí es sí', en jerga seseante. La de Montero la chica. La que ha descubierto el consentimiento. La que fulmina la presunción de inocencia de los hombres. La que elimina el ... abuso como delito. Sin consentimiento, todo es agresión. En un extremo está la folclórica Carla Toscano de Vox: «A mí me da pena no oír por la calle aquel 'dime cómo te llamas y te pido para reyes' o 'ese es un cuerpo y no el de la guardia civil'. Es una pena que su odio a la belleza y al hombre, hagan perder esas muestras de admiración». En otro extremo, la sensata (y guapa) Clara Serra alertando de que si todo es violación, nada es violación. Alertando sobre la redefinición del consentimiento en nombre de la seguridad de las mujeres, que acaba provocando un giro conservador. Se trata a las mujeres como niños. Siempre a punto de ser víctimas. Que una cosa es criticar y combatir el machismo y otra ver siempre delitos. Que la reordenación de la política sexual puede acabar donde no se pretendía. O sí, que esta gente no sé dónde tiene la cabeza. Desde luego, no en respetar principios jurídicos.

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