Abelardo, corazón tan rojiblanco

Pese al breve espejismo inicial, no parece que los árboles que forman la plantilla rojiblanca diesen para leña de primera y los más altos han pasado, desgraciadamente, demasiado tiempo en la enfermería. Aun y así, hay más monte que orégano.

Por desgracia, se intuía desde hace tiempo que Abelardo no contaba para los nuevos dueños. Y han aprovechado el desastre del sábado para cavar la tumba de 'El Pitu' en Santander, tierra de Preciado, el otro entrenador más importante de las dos últimas dos décadas rojiblancas.

La decisión, a tres días de un importantísimo partido de Copa del Rey contra el Valencia, no parece la más pertinente. Y, de hecho, es muy posible que parte de la alineación de El Sardinero estuviera condicionada por el encuentro del miércoles.

Así que, ahora, el Sporting, a pocas horas de un encuentro básico, está sin entrenador o, si lo encuentra, este no dispondría de suficiente tiempo para adecuarse. Todo este embrollo demuestra las ganas tenía la cúpula para ponerlo en la picota pública y, de paso, revela el orden de sus prioridades: lo primero es demostrar quién es el dueño del prao y, luego, ya el partido.

Como el fútbol es así de caprichoso, es factible que el Sporting gane al Valencia, pero las posibilidades para el miércoles aumentaban exponencialmente con Abelardo en la zona técnica. El Sporting ya nos ha acostumbrado -con diferentes entrenadores- a estas pájaras absurdas que invitan a retirarles de por vida el carné de futbolista profesional y que son una ofensa a los aficionados.

Nada disculpa lo sucedido contra el Racing de Santander y no era la primera vez que se perdía el control total y completo del centro del campo, mientras que otro central más tampoco apuntala del todo la defensa. La única disculpa que se le podría tener era el partido de Copa en el horizonte. Otro de los principales problemas ha sido que los jugadores encargados del timón no han madurado lo suficiente o no han mezclado bien entre ellos. Nunca han bajado su nivel, pero son semillas a las que pronosticamos un futuro más fértil en el invernadero de Mareo.

Si hay algo que decir del Sporting de Abelardo es que jamás le perdió la cara a un partido, que mentalmente fue mucho más fuerte que en las últimas temporadas y que se enfrentaron a muchas circunstancias no deseables. Por ejemplo, pequeñas injerencias arbitrales, las ya citadas lesiones y una catarata de errores individuales que llegaban a desesperar al más sereno.

El fútbol es el deporte que depende de demasiados intangibles como para hacer pronósticos. Y es difícil saber cómo entrenan los futbolistas, cómo son mentalmente, qué aportan en un vestuario. Pero, después de ver la evolución de los jugadores que han pasado por las manos de Abelardo, se puede decir que, pocos muy pocos, han mejorado sus prestaciones lejos de su libreta y saber hacer. Ahora, el destino lo marca un águila con la serpiente sobre un manzano. Toda la suerte del mundo a Abelardo y a su cuerpo técnico. Y al Sporting, claro.