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Óscar Bellot
Jueves, 10 de noviembre 2016, 19:37
Los fans de 'The Big Bang Theory' están de enhorabuena. Cuando parecía que la sitcom más popular de los últimos años tocaba a su fin tras diez temporadas en antena, la CBS ha comenzado a negociar con sus creadores la puesta en marcha de 'Sheldon', un 'spin-off' que funcionaría a modo de precuela y que estaría centrado en la infancia del físico teórico que saca de quicio a sus amigos con sus incontables manías y descomunal ego. Una noticia que se produce mientras la cadena se halla inmersa en las conversaciones dirigidas a convencer al reparto de la serie original para que continúen una temporada más con sus personajes. Algo que, por otra parte, no debería resultar complicado dados los elevados emolumentos que cobran, de un millón de dólares por capítulo en el caso de Jim Parsons (Sheldon), Johnny Galecki (Leonard) y Kaley Cuoco (Penny).
Material, a priori, hay en abundancia. Un asunto recurrente en las tramas de las diez temporadas que hasta el momento se han producido de la ficción creada por Chuck Lorre y Bill Prady son los años que Sheldon Cooper pasó en Galveston (Texas). Un ambiente que, según descubrió pronto el espectador, casaba mal con las aspiraciones del joven genio. La conservadora sociedad del estado de la estrella solitaria no era el escenario más apropiado para que alguien como él se desenvolviese. Máxime cuando había de hacerlo bajo la tutela de una madre obsesionada con la religión y creacionista, para más señas. Todo un anatema eso de la construcción del mundo en seis días por obra divina para un brillante científico que tiene como único credo los elementos de la tabla periódica. Y si a ello se le añade un padre alcohólico que les dejó tirados y una hermana gemela con la que tampoco tiene nada en común, el cóctel resulta de lo más amargo. Podría decirse que al egocéntrico Sheldon no podría haberle deparado mayor fortuna la vida que partir a la urbanita Burbank (California) para ejercer de profesor en el Instituto Tecnológico de California (Caltech), centro en el que trabajan sus colegas Leonard y Raj (Kunal Nayyar), además de un Howard Wolowitz (Simon Helberg) al que fustiga una y otra vez por no ser más que un simple ingeniero graduado por el Massachusetts Institute of Technology (MIT). Allí halló, por fin, cerebros a su altura, pese a que él jamás aceptaría reconocerlo.
Chuck Lorre y Bill Prady ejercerían como productores de Sheldon, labor que también desempeñaría Jim Parsons, el actor que acumula cuatro premios Emmy y un Globo de Oro por los 217 episodios que se han entregado hasta la fecha de esta comedia que contrapone el 'frikismo' de los cuatro protagonistas masculinos con la desbordante sexualidad de Penny, la autoritaria conducta de Bernadette (Melissa Rauch) y las peculiaridades de Amy Farrah Fowler (Mayim Bialik).
¿Acierto o error?
Lo que cabe preguntarse es: ¿de verdad es buena idea? Argumentos hay para decir que no. Para empezar, 'The Big Bang Theory' muestra alarmantes signos de agotamiento desde hace tiempo. El propio Jim Parsons lo ha sufrido en sus carnes. Tras reinar como mejor actor de comedia en cuatro ocasiones entre 2010 y 2014, el intérprete nacido en Houston (Texas) quedó fuera de los finalistas en las dos últimas ediciones. Los refrescantes gags de las primeras temporadas han dado paso a tramas previsibles y un tanto anodinas que vienen a constatar un embotamiento por parte de los guionistas, un cierto saturamiento en el lado de la audiencia o, más probablemente, una combinación de ambos factores.
En contra del spin-off de 'The Big Bang Theory' juegan también algunas experiencias del pasado. Baste recordar la poca fortuna de 'Joey', la serie con la que los productores de 'Friends' pretendieron prolongar el éxito de la sitcom en la figura de un Joey Tribbiani que se mudaba a la costa oeste en busca del éxito artístico que se le había negado en Nueva York. Pese a que el de Matt LeBlanc era uno de los personajes favoritos de los incondicionales de la serie creada por David Crane y Marta Kauffman, 'Joey' solo subsistió, con más pena que gloria, durante un par de temporadas en la parrilla de la cadena NBC. Impulsada por el extraordinario éxito de su serie madre, la producción tuvo una notable puesta de largo en términos de audiencia, reuniendo a más de 18 millones de espectadores, pero las cifras pronto comenzaron a caer y la NBC optó por no concederle una tercera temporada.
Tampoco estuvieron a la altura del original, ni mucho menos, ficciones como 'Angel', derivada de 'Buffy Cazavampiros'; 'Sin cita previa', cuyo origen estaba en 'Anatomía de Grey'; 'Los vigilantes de la noche', en la que el Mitch Buchannan de 'Los vigilantes de la playa' aparcaba el bañador rojo para hacer horas extra como investigador privado y terminaba siendo un remiendo barato del Mulder de 'Expediente X'; o 'Salvados por la campana: años de universidad', en la que Zach, Kelly, Slater y Screech abandonaban Bayside en busca de conocimientos más elevados que terminaron siendo efímeros.
Claro que también hay continuaciones que salen tan bien o mejor libradas que el original. Valgan como ejemplos 'Better Call Saul', precuela de 'Breaking Bad' centrada en el personaje de James Morgan 'Jimmy' McGill (Bob Odenkirk); 'Frasier', multipremiada extensión de 'Cheers' a través del psiquiatra al que ponía rostro Kelsey Grammer; o la patria 'Aida', que en nada desmerecía a '7 vidas'.
¿Formará parte del primer grupo o del segundo 'Sheldon', caso de que se concrete la propuesta en la que trabaja la CBS? El tiempo dirá.
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