«Era una persona muy preocupada por la preservación del espíritu cooperativo y defendió esa postura siempre porque consideraba que era lo mejor y lo más justo». Así recordaba hoy el abogado y economista Pablo Álvarez de Linera Granda a su padre, José Ramón, uno ... de los socios fundadores de Central Lechera Asturiana (Clas), fallecido el pasado sábado a los 92 años.
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Nacido en Grandas de Salime, donde su padre fue alcalde, José Ramón siempre defendió la unión del sector agrario, señalaba emocionado su hijo, colaborador de EL COMERCIO durante varios años a través de sus comentarios jurídicos en el espacio 'El experto'. José Ramón Álvarez de Linera acompañó en distintas ocasiones, siendo niño, a su padre, gran conocedor del occidente y uno de los promotores de la Feria de Muestras de Vegadeo. Aquello fue el germen de Central Lechera Asturiana. «Mi padre empezó a intentar aglutinar a los ganaderos de Cudillero a Vegadeo». Así, junto a Jesús Sáenz de Miera, entonces presidente de la Cámara Oficial Sindical Agraria, de la que José Ramón llegó a ser secretario general, sentaron las bases de la futura empresa.
Tres décadas permaneció vinculado a ella, hasta su jubilación. Vivió años de bonanza y también de dificultades y muchos cambios. «Participó en muchas adquisiciones para impulsar el crecimiento de Clas y recuerdo sus etapas en París, con viajes allí todos los meses para asistir a comités y la firma del acuerdo con Yoplait», que supuso la producción de yogures con licencia de la marca francesa.
Era una persona muy querida por su carácter generoso y su afán de ayudar. Nada más jubilarse se incorporó a Cáritas Diocesana en Oviedo, institución de la que fue administrador general varios años.
También estuvo vinculado a Secot (Seniors para la Cooperación Técnica), en tareas de asesoramiento. Muy religioso, su hijo recordaba cómo el día antes de su fallecimiento quiso «tomarse un café, ir a misa y dar un pequeño paseo». «Ayudó a muchos», añadía Pablo, quien se vio sorprendido por los agradecimientos de «numerosas personas a las que mi padre incorporó a Clas, porque ayudaba a todo el que podía». Como prueba, una anécdota: durante mucho tiempo recibió «una bandeja gigante con obsequios cada año; luego me enteré que era del padre de un chico al que había ayudado. Ayer el chico vino a abrazarme». Álvarez de Linera, que deja dos hijos más –Cristina y Ángel– será despedido mañana, lunes, a las 12 horas, en la iglesia parroquial de San Francisco de Asís, en Oviedo.
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