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Canal Motor
Miércoles, 14 de diciembre 2022, 18:45
En España, la Dirección General de Tráfico (DGT) no marca una edad para dejar de conducir. Y es que envejecer no es una razón para renunciar al volante, pero a medida que se cumplen años es obvio que aumentan los problemas de salud y ... las limitaciones de todo tipo, físicas y mentales. Así que, en algún momento, no ya solo por la propia seguridad, sino también por la de los demás, habrá que dejarlo sin esperar a tener un accidente. Así, los expertos de Cleverea muestran cuáles son las señales evidentes de que hay que dejarlo.
En primer lugar, y aunque los conductores maleducados existen, si uno tiene la sensación de que su número aumenta de repente, puede ser que esté haciendo algo mal. Si me pierdo incluso en trayectos conocidos. También los jóvenes se pierden, pero en edades avanzadas es más frecuente y puede ser síntoma del comienzo de un deterioro cognitivo aún no diagnosticado. Un buen navegador no siempre soluciona, porque con los años resulta más difícil mirar a la vez la pantalla y la carretera.
También si has tenido percances últimamente. No necesariamente golpes importantes, pero sí pequeños raspones, ligeros choques, o he estado a punto, con mucha frecuencia... Ó si aumentan los sustos como cuando surgen peatones o ciclistas como de la nada. Si aumentan los frenazos y las ocasiones en las que hay que disculparse en los pasos de cebra es síntoma de falta de reflejos y pérdida de visión lateral.
Me salgo del carril algunas veces o me estresa incorporarme a una rotonda. Actos tan habituales como tomar una rotonda, salir de ella en el momento oportuno, incorporarse a la vía principal desde un carril de aceleración, tomar un desvío... pueden empezar a resultar muy estresantes. De igual modo distraerse mientras se conduce. Darse cuenta de que vamos demasiado despacio o demasiado deprisa, pasarnos los desvíos, frenar en el último momento... indica distracciones al volante. Asimismo, mientras conducimos, siempre nos enteramos un poco más tarde que los demás de que viene un vehículo de emergencia pidiendo paso, de que hemos hecho algo mal, de que hay algo que invade la calzada, de lo que pone en las señales de tráfico...
De igual modo, me cuesta hacer algunos movimientos. Algunas personas tienen dificultades para mover el pie entre el freno y el acelerador o les duele el cuello al girar la cabeza para aparcar o sufren tensión en las manos al agarrar el volante con seguridad. Ó no quiero conducir de noche. Nadie ve igual de noche que de día, pero si la visión nocturna empieza a ser un serio problema para conducir con seguridad, no hay que arriesgarse.
Por último, si me han puesto varias multas. Esto también puede ocurrirle a cualquiera, pero si coincide con la pérdida de reflejos y con que hemos acumulado más 'partes' de lo normal, conviene pensarlo.
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