La realidad es tozuda y España está muy lejos de ser un país amigable para los coches electrificados

En esa búsqueda del aire limpio, desde la UE ha obligado a la industria automovilística a apostar por vehículos eléctricos «cero» emisiones. La nueva normativa comunitaria contempla multas multimillonarias a las marcas. Y las sanciones no serán poca cosa; se ha establecido un importe de 95 euros por gramo de dióxido de carbono por cada coche que emita más de 95 gramos de CO2 por kilómetro.

Esta amenaza ha empujado al sector de la automoción a lanzar modelos electrificados. Sin embargo, las multas se cuantifican en base a los modelos vendidos, y es aquí donde la realidad vuelve a ser tozuda. El coche, para la mayoría de la gente, es un instrumento que le sirve para solucionar sus problemas de movilidad. Lo que necesitan es un vehículo que les lleve y les traiga. Si ese coche es «cero» emisiones, mejor que mejor. Sin embargo, hoy por hoy, estos modelos son mucho más caros que los de combustión y tiene un hándicap insalvable a la hora de viajar, la falta de infraestructuras de recarga.

Más allá de la diferencia de precio, un coche electrificado, ya sea cien por cien eléctrico o híbrido enchufable, necesita tener acceso a un enchufe. Algo que el propietario puede gestionar en su propia casa siempre que tenga garaje. El problema es cuando quieres salir de viaje. Electromaps asegura que hay 120.035 enchufes en España. Pero nuestro país está muy lejos de ser amigable para los coches electrificados. La tozuda realidad es que somos un país donde encontrar un enchufe público es casi imposible. Reto a cualquiera buscarlos en el 90% de las provincias españolas y, si los encuentra, que funcione.

*José Ramón Alonso es subdirector de ABC y responsable de Motor