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víctor núñez jaime
Madrid
Viernes, 22 de diciembre 2017
Discurría la quinta tabla del sorteo de la Lotería de Navidad cuando un rumor de expectación comenzó a recorrer la platea del Teatro Real, levantando de sus asientos al enfervorecido público. La niña Aya Ben Hamdouch entonaba los 1.000 euros de premio correspondientes a ... la pedrea como si se tratara del mismísimo Gordo, estirando hasta el infinito la entonación y contagiando de su ilusión al resto de los presentes y a los miles y miles de espectadores y oyentes.
Como no podía ser de otra manera, la pequeña Aya halló finalmente la merecida recompensa a su entusiasmo con un quinto premio y con una sonora ovación final, acompañada del grito de "Tú sí que vales".
La misma melodía de todos los años, pero con diferente letra, comenzó a escucharse a las 9:11 de la mañana en el escenario del Teatro Real. Mientras los bombos comenzaban a rodar, los niños y las niñas de San Ildefonso, repeinados y bien uniformados, salieron un minuto antes a saludar al público y fueron recibidos con un aluvión de aplausos. Entonces dos de ellos se colocaron a los costados del interventor de Loterías del Estado y apenas tardaron 8 minutos en cantar el tercer premio (500.000 euros).
26 horas antes, en pleno cierzo invernal, Jesús, Juan y Michel, tres amigos madrileños de rostro cincelado por el tiempo, que llevan un promedio de 20 años viniendo, llegaron para ser los primeros de la larga fila que se forma para entrar a presenciar el evento con el que España comienza las fiestas navideñas. Esta madrugada se pusieron su disfraz (de Fernando VII, Señor Fiscal y Chiquito de la Calzada, respectivamente) y cuando los guardias de seguridad abrieron las puertas del recinto, sus sonrisas eran para enmarcarlas. Tardaron un poco en ocupar sus butacas porque antes se encargaron de contar su hazaña a la prensa.
Quienes se dieron prisa en sentarse a media platea (“para ver a la perfección”) fueron tres mujeres de Castellón (Valencia) disfrazadas de árbol de Navidad, luces incluidas. “El año pasado vinimos vestidas de amarillo y cayó el 13. Esta vez hemos decidido apostar por el 25 y compramos 10 décimos con esa terminación. Y fijo que nos toca, oye”, dice Esperanza, que se puso en la cola el jueves a las tres de la tarde, mientras se alisa los volantes verdes que tiene en los brazos.
Había pasado una hora cuando cuatro loteras de la Puerta del Sol se quedaron dormidas en sus asientos aterciopelados. De pronto, una de ellas abrió los ojos con disimulo y sonrió. ¿Cómo han ido las ventas este año? “Ay, niño, pues este año las ventas han ido muy mal, la verdad, muy flojas”, atinó a decir entre bostezos y enseguida volvió a cerrar los ojos, como diciendo ‘ya me despertará la algarabía en el momento en que canten el Gordo.’
Muy despiertas, en cambio, estaban dos filas atrás Marisa y Lidia, dos amigas de Utrera (Sevilla) que asisten por primera vez en directo al sorteo. Están disfrazadas de astronauta, en homenaje al anuncio de este año, dirigido por Alejandro Amenábar. “Marisa soñaba con venir y se puso muy pesada y le dije ‘¡pues vamos!’ y aquí estamos porque hemos venío. Tenemos un décimo compartido. A ver si toca”, suelta Lidia, mientras se pone de pie para lucir su atuendo espacial, con el escudo de la Nasa y la bandera de Andalucía en el pecho.
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