Borrar
Naty, David y Disney, hijos y nuera de Mary y Gerardo, con Ian, el pequeño de la familia, que sostiene uno de los décimos premiados. ARNALDO GARCÍA

«Me quedé sin el número del barrio y el premiado en ese momento no me gustaba»

En Gijón se vendieron 18 décimos del 44469, el segundo premio, y uno más en Oviedo. Al final, Asturias arañó 1,4 millones de El Niño

M. F. ANTUÑA

GIJÓN.

Viernes, 7 de enero 2022, 01:01

Mary se quedó sin el número del barrio, el 44069, el que para este sorteo especial de El Niño la administración de la calle Gran Capitán número 14 de Gijón había escogido para los clientes habituales. Además, la alternativa que le dieron no le gustaba, pero aceptó a regañadientes y ahora es feliz. Aquel inconveniente se convirtió ayer en magnífica ganancia, en celebración y alegría mayúscula. Porque fue el 44469 el número que salió del bombo para convertirse en el segundo premio del sorteo del Niño. O lo que es lo mismo, 75.000 euros al décimo. Y Mary y su pareja, Gerardo, habían comprado tres: uno para ellos y otros dos para sus hijos.

Ellos están en posesión de tres de los 19 décimos premiados en Asturias con este número. Diecisiete se despacharon en El Cerillero, otro en La Arena y otro más en la calle ovetense del Padre Buenaventura Paredes. En total, 1.425.000 euros. Otros 204 puntos de venta de toda España repartieron la suerte de este segundo viajero.

Aylin Torres se estrenó en 2021 como lotera. Antes, esta cubana de La Habana que ha hecho de Gijón su hogar, había trabajado durante seis años como empleada en la administración de la que ahora es titular y en la que comparte espacio y faena con Patricia Blanco. Ambas brindaban ayer con cava felices y contentas mientras esperaban para poder colocar en la administración el cartel anunciador del premio. «Estamos muy, pero que muy contentas, deseamos que sigamos repartiendo premios en lo que resta de año», introducía la lotera, que explicaba el porqué del número ganador: «En los sorteos especiales siempre tenemos el número de la casa, que era el 44069, y el segundo es el 44469, muchos clientes habituales de aquí del barrio se quedaron sin el décimo y entonces hicimos una aproximación y de esa manera coincidió que salió este», señala.

Imagen. Celebración y alegría en Gijón y Oviedo por el segundo premio del Niño

Ver fotos

Imagen. Celebración y alegría en Gijón y Oviedo por el segundo premio del Niño

Son, pues, del barrio los compradores. O sea que lo que parecía mala suerte acabó siendo mucho más que buena. «Mientras quede en La Calzada, que es lo queremos, nosotros contentos, a mí no me ha tocado, pero mi premio es poder seguir vendiendo», decía.

El barrio también quiso celebrar con ellos su buena fortuna. Entraban, salían, felicitaban, preguntaban el porqué del cava y las cámaras. El marido de Aylin paseaba con Bruno, su hijo pequeño en brazos, saludando aquí y allá sin tregua. Paco Álvarez, que así se llama, regenta desde 1980 la cafetería Mevel, así que todos le conocen. «Paquín, no nos lu diste por un número», le gritaba un cliente con la sonrisa en la boca. Otro optaba por acceder a la administración y clamar en tono de coña a voz en grito: «Quiero el libro de reclamaciones». Y eso que inicialmente se pensó que, al coincidir las dos terminaciones, habría premio para todos los que compraron ese número del barrio, pero finalmente no fue así.

No importaba. «¿No me dijiste que hoy no abrías»?, le gritaba a Aylin una vecina desde la puerta. Encantada estaba de abrir y atender a los clientes, que celebraban la alegría de los otros. «Está bien que caiga algo en el barrio», decía otra mujer, mientras su acompañante daba por hecho que no iban aparecer los ganadores: «No van a venir, a mí si me toca no lo sabe ni Dios».

Menudo trajín tenían en la administración, que, por fin, sobre las dos de la tarde, pudo colocar el cartel que la acredita como vendedora de un segundo premio en el sorteo extraordinario del Niño. Casi dos horas duró la espera y en ese tiempo los premiados no se dejaron caer por allí.

Pero muy cerquita, en la calle de Miguel Servet, la fiesta estaba servida en copa fina. Allí abrió hace un par de años, casi a la par que llegó la pandemia, La Tasca de Mary, el bar de Mary y Gerardo, que toda la vida se han dedicado a la hostelería y han tenido negocios por la zona. Mary («a secas, el apellido en el DNI») por supuesto que tenía el bar abierto y, sin dejar de trabajar, atendía a los periodistas con una sonrisa: «Yo me quedé sin el número del barrio y a mí no me gustaba el que me ofrecía, y me dijo ¿te hago otro?, le contesté 'no, déjamelo ya'», relata. Y narra que lleva el día entero con la camiseta del revés y algo ha debido de tener que ver la lotería en esa circunstancia. Mary y Gerardo tienen dos hijos, de 31 y 36 años, y a cada uno le han caído sus 75.000 euros. Así que solo tiene un lamento: «La pena es que no cogí más».

Han sido los últimos años duros para la hostelería, de modo que los 75.000 euros al décimo son mucho más que bienvenidos en su casa. ¿Habrá que ir de vacaciones? «Vale para tapar agujeros, porque con los años que llevamos...», dice ella, feliz y contenta con David y Naty, sus hijos, a su vera; con Disney, su nuera, y con Ian, su nieto, posando para la foto. Y con muchos amigos brindando por su regalo de Reyes.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcomercio «Me quedé sin el número del barrio y el premiado en ese momento no me gustaba»