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Cuando Maruja Cantora dejó su casa en Valencia (en el estado Carabobo, en la región central de Venezuela) hace siete meses para retornar a Asturias, todos sus vecinos salieron a despedirla. «Lloraron hasta los perros», recuerda su hija Yuri Allende. Allí Maruja vivió 78 de ... sus 91 años. La situación que atraviesa Venezuela –la inseguridad, la falta de alimentos y de acceso a medicamentos–, unida al delicado estado de salud de Maruja obligaron a parte de la familia a regresar a Gijón. En el país que les acogió hace décadas esperan el marido de Yuri, una hermana y su cuñado. «Venezuela, hoy, es un horror. Regresamos mi madre, mi hijo y yo. No podíamos quedarnos allí en la situación en la que se encontraba mi madre. Es muy grave lo que sucede».
Cuando Maruja Cantora dejó su Cangas de Onís natal rumbo a Venezuela llegó a un país desconocido buscando un trabajo para ayudar económicamente a su familia en Asturias. «Me fui porque tenía que hacer dinero y ayudar en mi casa. Me compraron el pasaje porque nosotros no teníamos medios. Trabajé muy duro». A sus 91 años no se le pasa ningún detalle de su vida en Valencia. Tampoco de más atrás. Fue ‘niña de la guerra’ y enviada en tren a Francia. Al recordarlo se emociona. Cobra la ayuda por ser ‘niña de la guerra’. Es la única paga que recibe la familia retornada y con ella tienen que vivir los tres. «Desde que hemos llegado no he parado de arreglar la documentación para poder solicitar ayudas», explica su hija, que como sus dos hermanos, nació en Gijón. «Mis padres regresaban de viaje a Asturias y todos nacimos aquí», explica. Desde que llegó, tampoco puede trabajar ya que «mi madre necesita atención continua». Siguen con tristeza lo que le sucede al pueblo venezolano; «un pueblo maravilloso, muy cariñoso, un país precioso que nos recibió maravillosamente. Ahora aquello es un horror». Tan grande es el calor del pueblo venezolano como el amor que sienten por el país, que Marisa Cantora asegura, que está esperando a que «tumben a Maduro» para regresar a su casa. «En cuanto lo hagan, vuelvo para allá». Y es que «al final aquí somos como extranjeros», lamenta su hija.
Mientras no se resuelva el conflicto continuarán en Gijón. «A mi hijo lo atracaron dos veces y allí vas al mercado y al salir, en la otra cuadra, vienen en moto y te roban las bolsas de la comida. Se vive con miedo». Como ellos, muchos asturianos han hecho sus maletas para retornar a su tierra. «Muchos no pueden salir porque tienen sus empresas y sus negocios y eso complica la situación. Venezuela nos ha dado mucho. El español llegaba allí y mientras tuvieras la cédula de identidad bastaba. Al volver todos los trámites son muy complicados. El Gobierno tiene que facilitar el papeleo».
Una empresa de 120 empleos
Ernesto Iglesias es uno de los asturianos que puso en marcha una empresa en el país y tuvo que regresar. «Después de 50 años cogí la maleta y retorné. Tenía una empresa de calderería con 120 empleados. Tuve que venderla y salir». La decisión la tomó hace 11 años, cuando «comencé a ver que llegaba el comunismo. Lo llevaba diciendo dos años antes a mi familia». Como empresario, vio de primera mano cómo las cosas iban cambiando. «Me pedían la facturación de la empresa. La situación comenzó a cambiar y no tuve más remedio que volver. Era trabajar para ellos. Cuando me marché cerraron otras 300 empresas. Ahora ya no hay nada. Venezuela resurgió con los extranjeros, hicimos grandes industrias, pero llegó la nube negra. El Gobierno se quedó con un terreno mío de 1.000 hectáreas», cuenta. No volvió solo. Regresó con toda la familia (hijas, nietos y su esposa). Ahora vive en casa de su madre, en Pola de Laviana. «Echo de menos aquello, porque te falta el entorno. Tus amigos. Pero aquí no estoy mal. Tengo 80 años y estoy tranquilo». Eso sí, algo tiene Venezuela, ya que, como Maruja, Ernesto no duda en «volver» si las cosas cambian.Aunque no tiene mucha confianza. «El ADN viene de Cuba. Cuando Raúl Castro estuvo el 4 de julio en Venezuela la cinta presidencial la llevaba él y no Maduro. ¿Cómo se explica eso? Allí mandan los cubanos», asegura. Aunque han pasado años desde que regresó, no se olvida de los venezolanos y de los asturianos que siguen allí. Participan en una asociación recogiendo medicinas para enviarlas a Venezuela. «Me vine con mucho dolor. Pero vi que llegaba el comunismo y tuve que salir».
Como ya hicieron Maruja Cantora, Yuri Allende y Ernesto Iglesias, son muchos los asturianos que buscan la fórmula de dejar el país. «Las colas en el consulado son enormes. Ocúpan hasta cuatro cuadras», explica el gerente del Centro Asturiano de Caracas, Vincezo Brigante. En las últimas semanas 30 familias asturianas se han dado de baja en el centro para retornar. En Venezuela hay 6.293 asturianos (entre emigrantes y descencientes»). De ellos, 2.159 nacieron en el Principado. La mayoría tiene más de 65 años.
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