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beatriz juez
París
Sábado, 6 de febrero 2021, 20:21
Marine Le Pen, presidenta del partido de extrema derecha Reagrupación Nacional (RN), se prepara ya para las elecciones presidenciales de 2022. A pesar de que todavía queda más de un año para los comicios, las encuestas le han dado el impulso necesario para afianzarse ... con cierta solvencia en la intención de voto de los franceses, aunque todavía a distancia de Emmanuel Macron. La líder ultraderechista y aencajó dos derrotas en 2012 y 2017.
Le Pen, que ha anunciado oficialmente su candidatura al Palacio del Elïseo, ha lanzado una plataforma participativa, 'M, l'avenir' (M, el futuro, en español), para que todos los ciudadanos puedan «contribuir al debate público» y «aportar su piedra al edificio de la Francia de mañana». Según sus responsables, la plataforma está destinada «a todos los franceses comprometidos con la defensa de la nación, su identidad y su soberanía».
Curiosamente esa plataforma utiliza solo la M de Marine. Ni rastro del apellido Le Pen ni del nombre del partido, que a muchos franceses todavía les asustan. Ella quiere sumar apoyos de cara a las presidenciales y atraer a los votantes que no están contentos con las políticas de Macron. Todo el mundo da por sentado que en 2022 se repetirá el duelo entre ambos. Los sondeos le sonríen a ella en estos momentos. Si hoy se celebrase la primera vuelta de las presidenciales en Francia, Le Pen ganaría a Macron, según un sondeo de CommStrat y el diario 'L'Opinion'.
La líder de Reagrupación Nacional obtendría entre el 26% y 27% de los votos en la primera vuelta y Macron, entre el 23% y 24%. Los dos políticos pasarían a la segunda vuelta. El resto de contrincantes quedarían eliminados.
Le Pen –hija del ultra Jean-Marie Le Pen, fundador del Frente Nacional– ya ha sido candidata presidencial en dos ocasiones. En 2012, fue eliminada en la primera vuelta. El socialista François Hollande ganó esas elecciones, tras derrotar al conservador Nicolas Sarkozy. En 2017, llegó a la segunda vuelta. Macron la derrotó en las urnas con el 66,10% de los votos, frente al 33,9% de la líder ultraderechista. En las elecciones europeas de mayo de 2019, el partido de Le Pen fue el más votado en Francia, con el 23,34% de los votos.
A pesar de que Le Pen obtuvo en las presidenciales de 2017 más de diez millones de votos, un récord para ese partido de extrema derecha, Reagrupación Nacional ocupa solo seis escaños de 577 en la Asamblea Nacional. La culpa la tienen el sistema de elección a dos vueltas y el cordón sanitario que el resto de formaciones establece para evitar que la ultraderecha gane las elecciones, ya sea a nivel municipal, regional o nacional. En la segunda vuelta, todos los grupos se alían contra el candidato de extrema derecha.
Hace diez años, Marine Le Pen fue elegida presidenta del partido. El Frente Nacional, fundado en 1972 por su padre, cambió en julio de 2018 oficialmente de nombre y pasó a llamarse Reagrupación Nacional. Durante estos años, la líder ha tratado de «desdemonizar» el partido ante la opinión pública francesa para transformarlo en un partido de Gobierno.
Para lograrlo, echó a los miembros más radicales. Ahora incluso reivindica la figura del expresidente Charles De Gaulle, que su padre y el Frente Nacional denostaban. La líder de la oposición quiere presentarse como la gran alternativa al presidente Emmanuel Macron. «Regrupación Nacional ha logrado su transformación, de un partido de oposición a un partido de Gobierno», asegura la líder ultraderechista, quien tiene poco más de un año para convencer a los franceses de que puede estar al frente del país.
Le Pen, divorciada en dos ocasiones y madre de tres hijos, rompió hace un año con su entonces pareja, el diputado ultraderechista Louis Aliot. Siempre ha mantenido a sus hijos alejados de la prensa. La líder ultraderechista ha tenido, en cambio, que lidiar en el partido con su padre y con su sobrina, Marion Maréchal-Le Pen, ahora retirada de la política y a la que muchos consideran la rival de su tía.
Las presidenciales de 2022 pueden ser su última oportunidad de llegar al Elíseo. Si encaja una tercera derrota, probablemente deberá dejar paso a las nuevas generaciones. Su sobrina, que ha renunciado públicamente al apellido Le Pen, podría tomar el relevo.
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