La coalición de Gobierno en Italia se tambalea por la presión de las europeas

El primer paso para que se haga realidad este escenario es que la Liga supere el 30% en las europeas, un porcentaje que tiene al alcance de la mano, según reflejaban los últimos sondeos. Cuanto mejor sea el resultado del domingo más fuerte será la tentación de Salvini para forzar el divorcio con Di Maio. De momento ya se ha encargado de envenenar la relación y hacer ver que hace falta un cambio. Lo dejó bien claro en público su 'mano derecha', Giancarlo Giorgetti, subsecretario de la presidencia del Gobierno y uno de los pesos pesados de la Liga. Después de criticar abiertamente en los días pasados al primer ministro, Giuseppe Conte, este miércoles reconoció que el Ejecutivo «no puede seguir así» y que la supervivencia del mismo sólo puede llegar si «después de la campaña electoral se vuelve a trabajar». En un encuentro con los corresponsales extranjeros, Giorgetti reconoció el caos en el que el Gobierno ha vivido en las últimas semanas, con continuas declaraciones contradictorias y ataques cruzados entre Salvini y Di Maio.

Éste último le lanzó el martes a su socio una pregunta en público que refleja bien el ambiente que se vive en la coalición: «¿Pides el voto para las elecciones europeas o para abrir una crisis de Gobierno?» Salvini le respondió con su discurso habitual: «Aunque la Liga gane el domingo, como parece, el lunes no cambia nada. No pediré ni un ministro ni un cargo más». El problema es que pocos creen que vaya a resistir la tentación y a cumplir su palabra. El propio Di Maio considera que «una parte de la Liga siente nostalgia de los Gobiernos con Berlusconi». La situación preocupa al propio presidente de la República, Sergio Mattarella, que ayer mantuvo una reunión durante una hora y media con Conte para analizar el inestable panorama político y los respectivos proyectos de ley en los que se han enzarzado el M5E y la Liga.

Para Massimo Franco, comentarista del 'Corriere della Sera', la crisis está a punto de escapársele de las manos a Salvini y a Di Maio y amenaza la propia supervivencia del Gobierno un año después de su nacimiento. «Al principio parecía que se hubieran puesto de acuerdo para pelearse, pero sin hacerse daño, como en algunos combates de boxeo amañados. Ahora la pelea se ha convertido en real. La pregunta inevitable es si se podrá recomponer el equilibrio inicial».