Miguel Pérez
Martes, 13 de febrero 2024, 00:32
Ucrania se afana en construir drones explosivos con el fin de paliar la drástica falta de misiles y obuses en sus arsenales, así como de sortear la 'línea roja' de Occidente que le prohíbe recurrir a sus armas para atacar Rusia. Su aspiración consiste en ... poder utilizar estos aviones no tripulados de fabricación propia en incursiones que lleguen al «corazón del enemigo». El viceprimer ministro de Innovación, Mykhailo Federov, anunció ayer por primera vez que Kiev estará este año en disposición de fabricar «miles» de aparatos capaces de llegar a Moscú y San Petersburgo con cantidades significativas de explosivos a bordo.
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El anuncio coincide con los primeros pasos del nuevo Estado Mayor surgido tras el cese del comandante Valeri Zaluzhny y su sustitución por Oleksandr Syrskyi. Anterior jefe del ejército de tierra, Syrskyi despierta opiniones contrapuestas en el seno de las Fuerzas Armadas. Mientras unos defienden sus éxitos en los dos años de campaña a punto de cumplirse desde la invasión rusa, otros lo califican como un mando especialmente duro al que no le importa poner en riesgo a sus hombres. Frente a Zaluzhny, más alineado con las tácticas occidentales, su sucesor tiene fama de heredero de las estrategias soviéticas.
Syrskyi ha nombrado ya a los miembros de su cúpula militar, todos ellos de su confianza y algunos integrantes de su «círculo más estrecho». Entre ellos sobresalen Anatoliy Bargylevych, de 58 años, que ocupará la jefatura del Estado Mayor, y Oleksandr Pavlyuk, de 54, que reemplaza al propio Syrskyi al frente del ejército de tierra. Pavyuk es un profesional con un amplio currículo. Héroe de Ucrania, durante sus primeros años comandó dos pelotones de tanques y más tarde se hizo cargo de una brigada mecanizada con la que luchó desde 2014 en Slaviansk, Kramatorsk y Lysychansk.
Está convencido de que Rusia «quiere herir a todo el país», pero también de que su ejército posee la fortaleza de «medio millón de personas que perdieron a familiares, hogares o amigos, y están listos para destrozar a los rusos con sus propias manos». Al menos, hasta ahora, porque su misión resulta la más delicada del actual contexto militar ucraniano: aumentar la rotación de las unidades y combatir el envejecimiento de las tropas en el frente. La media de edad entre quienes defienden las trincheras es de 40 años y muchos superan los 50. Los jóvenes escasean. El efecto patriótico que llevó a una movilización masiva en 2022 se ha agotado. En especial, en el ámbito urbano. «La gente se da cuenta de que si quieres vivir hasta el final de la guerra, no debes ir a la infantería», es una frase habitual en los blogs. A esas palabras, por cierto, el Ministerio de Defensa responde con otras en sus carteles de reclutamiento: 'Es de valientes admitir el miedo'.
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Diez fábricas en marcha
El nuevo Estado Mayor celebró ayer su primera reunión conjunta con el presidente, Volodímir Zelenski. Syrskyi ha situado en él a otro militar destinado a cumplir un papel crucial en la estrategia prevista por el mandatario para este año: Vadim Sukharevskyi, jefe adjunto de vehículos aéreos no tripulados y un héroe pese a tener solo 39 años. Hay fotografías de Zelenski condecorando en 2022 con la Estrella Dorada a este coronel, una leyenda de la guerra que el 13 de abril de 2014 dio la primera orden de disparar contra los rusos cuando su unidad se los encontró en Slavyansk. Más tarde paso a dirigir a los marines. Su batallón combate ahora en Avdiyiv.
Sukharevsky es un adelantado en la guerra de drones y asegura que estos desempeñan un rol «fundamental» en el campo de batalla. Su brigada es la primera que fabrica y repara sus propios aviones no tripulados.
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Zelenski ha ordenado crear una fuerza autónoma de drones. Ucrania ha logrado poner en marcha diez fábricas; casi todas en manos de particulares, pequeñas, dispersas, con el fin de que no sean localizadas por la aviación rusa. Producen 62 modelos diferentes, cuya eficacia ha quedado probada para inutilizar blindados o acosar a las patrullas rusas. Fedorov, consciente de la incapacidad de montar una industria artillera pesada, confía en que el curso de la guerra pueda cambiar cuando «drones kamikazes con un alcance de más 1.000 kilómetros» caigan sobre «Rusia o San Petersburgo». «La fabricación de estos aparatos está creciendo. Hace dos años, era una categoría que no existía en absoluto», señala.
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