Fotoilustración: El Correo/ asistida por IA

Paul Watson, el pirata ecologista se juega 15 años de cárcel

Perfil ·

El militante del ecologismo radical se enfrenta a una demanda de extradición de Japón que puede condenarlo a 15 años de cárcel

Gerardo Elorriaga

Domingo, 1 de septiembre 2024

No posee diez cañones por banda, pero viento en popa y a toda máquina el buque 'John Paul DeJoria' se propone atravesar los mares septentrionales de Canadá rumbo al Pacífico Norte. No busca establecer récords o cubrir una misión científica, sino denunciar el persistente atentado ... contra la fauna marina. El barco pretende detener al ballenero japonés 'Kangei Maru', tachado de matadero flotante, en plena campaña de captura de cetáceos. Pero ha sufrido un grave contratiempo. A finales de julio, tras arribar al puerto groenlandés de Nuuk, la policía local lo abordó para arrestar a Paul Watson, miembro de la tripulación y figura emblemática en la lucha contra esta forma de caza. Permanecerá en un calabozo hasta el próximo jueves, cuando está previsto que la justicia responda a una petición de extradición procedente de Tokyo.

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La justicia del país europeo se halla ante un dilema. Si responde afirmativamente a la orden internacional de Interpol, el reo se enfrenta a un juicio que le puede acarrear una multa de 3.000 euros y 15 años de prisión. La demanda alude a unos hechos acaecidos en 2010. Entonces, una lancha rápida lanzó ácido butírico, gas que puede ocasionar quemaduras, contra el 'Nisshin Maru', otro navío dedicado a la misma labor depredadora. Las autoridades niponas aseguran que el ataque causó daños a la propiedad e hirió a un marinero, aunque un vídeo de la organización parece rebatirlo. Watson no se hallaba en la embarcación, pero la demanda lo acusa de preparar la iniciativa.

El mundo de la política y la cultura ha reclamado su inmediata puesta en libertad. El director de cine James Cameron, el cantante Bryan Adams y políticos de la relevancia del presidente francés Emmanuel Macron se han sumado a esta petición que también arguye la imposibilidad de un juicio justo en el archipiélago, donde el consumo de carne de ballena forma parte de su cultura ancestral.

La intención de procesar al conocido como 'capitán Watson', de 73 años, posee una gran carga simbólica en estos tiempos de lucha ecologista. Se trata de un icono del activismo medioambiental en el mar con una larga trayectoria. Nacido en Toronto (Canadá), formó parte de la Guardia Costera del país norteamericano a finales de los sesenta. Su primera militancia en la preservación de la Naturaleza tuvo lugar en 1969 dentro de la organización Sierra Club en su oposición a las pruebas nucleares en la isla de Amchitka, al oeste de Alaska.

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La oposición a estos experimentos dio lugar a Don't Make a Wave Committee, precursora de Greenpeace. Durante los setenta, el preso participó en las campañas en el mar de la organización a bordo de embarcaciones como el 'Too' o el 'Astral', donde ejerció la capitanía. A mediados de la década fue el primer oficial en el buque Phillys Cormack y protagonizó la primera acción directa contra un ballenero, en este caso de nacionalidad soviética. Su arriesgada estrategia de interposición entre el arponero y un cachalote sentó un precedente luego imitado.

La práctica de Watson ha recurrido a actuaciones agresivas, desde el lanzamiento de objetos a las cubiertas de los barcos, el sabotaje, el abordaje e, incluso, el hundimiento de naves, medidas que se integran en el término 'monkeywrenching'. Esta radicalización tuvo consecuencias. La dirección de Greenpeace entró en conflicto con su representante. Mientras aquellos aspiraban a concienciar mediante la difusión de documentos gráficos, él reclamaba una postura más belicosa, que los 'lobbies' balleneros han tachado de ecoterrorismo.

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Incursión en la política

La ruptura alimentó su deseo de llevar a cabo proyectos más personales. Tras abandonar la entidad, creó en 1978 la Sea Shepherd Conservation Society, con la que emprendió numerosas operaciones para dificultar el acoso a las ballenas. Además, apoyó a grupos más radicales como Eath First! e incursionó en la política canadiense en las filas del Partido Verde y otras formaciones.

Los problemas judiciales se sucedieron y en 1993 fue arrestado por atentar contra barcos cubanos y españoles que faenaban frente a las costas de Terranova. Cuatro años después sufrió una circunstancia similar a la actual, aunque de menor magnitud. Un tribunal noruego lo condenó a 120 días de prisión por intentar hundir un pesquero. Durante una estancia en Holanda fue detenido y recluído durante 80 días antes de que la extradición fuera denegada. El proceso se repitió en Alemania en 2012 por una demanda formulada por Costa Rica.

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La demanda alude a unos hechos ocurridos en 2010, cuando una lancha rápida arrojó ácido butírico contra el 'Nisshin Maru'

Como sucedió con Greenpeace, las discrepancias con la directiva de su organización lo llevaron a abandonarla y poner en marcha hace dos años la Captain Paul Watson Foundation. Problemas judiciales y conflictos internos han alimentado la proyección de Watson, nutrida de documentales y series como 'Whales Wars' que muestra sus operaciones para preservar las ballenas minke, jorobadas y de aleta, víctimas de la industria pesquera.

La polémica ha acompañado su actividad. A las acusaciones de pirateo ecológico se suman otras que aluden a cierto egocentrismo, megalomanía y mesianismo. En cualquier caso, su pensamiento destaca por la contundencia del mensaje. Watson es un apóstol de la ideología del decrecimiento en su vertiente demográfica. El ecologista aboga por medidas que reduzcan la población del planeta por debajo de los mil millones para evitar que la explotación de recursos naturales y los desechos acaben con la biosfera. No se trata sólo de la supervivencia de las ballenas o las focas. Advierte que la muerte de los mares supone también la extinción del ser humano.

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