Organismos internacionales piden una investigación internacional de la explosión de Beirut

Tras la entrada en vigor del estado de emergencia para un periodo de quince días, la primera medida del Gobierno fue ordenar el arresto domiciliario de los responsables del puerto, pero en las calles y los medios locales las miradas apuntan mucho más arriba. Los libaneses quieren respuestas. Las 2.700 toneladas de nitrato de amonio fueron confiscadas a un barco ruso que llegó al país en 2014, desde entonces permanecían guardadas en el almacén número 12 y, pese a las repetidas alertas por parte de la autoridad portuaría y del servicio de aduanas, nunca se sacaron de allí. Las autoridades conocían el peligro del material almacenado, pero no hicieron nada.

Beirut recibe la visita del presidente francés, Emmanuel Macron, que se dirigirá directamente desde el aeropuerto a la zona cero. La ayuda internacional llega desde todos los puntos del mundo en un momento en el que Líbano la necesita de una manera urgente. Si la grave crisis económica que padece el país y la expansión del coronavirus no eran suficientes, ahora deben volver a retirar escombros y empezar desde cero. Pese a la larga experiencia en situaciones violencia que tiene la ciudad, nadie recuerda una explosión de semejante magnitud. «La situación es apocalíptica, Beirut jamás ha vivido esto en su historia«, consideró el gobernador de la ciudad, Marwan Aboud.

La explosión en el puerto de Beirut supone también un golpe letal a la principal puerta principal de entrada a un país que importa el 80 por ciento de su comida. Una de las imágenes icónicas del puerto arrasado es el edificio del silo semiderruido por la potencia de la explosión. Esa figura carcomida significa que el país se queda con una reserva de trigo de un mes, según declaró a Reuters el ministro de Economía, Raoul Nehme, quien alertó de la necesidad de «al menos tres meses de reserva para garantizar la seguridad alimentaria». Las autoridades buscan alternativas para poder almacenar el grano.