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Hamás ha aceptado el borrador para decretar un alto el fuego en Gaza, según ha informado la agencia AP, y mantiene consultas con otras facciones palestinas sobre los «progresos realizados». Los mediadores que participan en las negociaciones consideran este avance de suma importancia e incluso ... creen que, si nada se tuerce, el acuerdo está «a un paso» y podría producirse entre hoy y mañana. Las mismas fuentes afirman que la mayoría de los obstáculos «se han superado», pero todavía quedan detalles, sobre todo de naturaleza «técnica», para cumplir el requisito principal que ha puesto la milicia islamista: «Un acuerdo claro y completo».
Para que se produzca esta presumible aceptación, resulta evidente que Hamás ha tenido que presentar el documento a Mohammad Sinwar, hermano de Yahya Sinwar, que ahora lidera la milicia sobre el terreno. Yahya murió el pasado octubre como consecuencia de la explosión de un dron israelí en la casa en ruinas donde, herido, había buscado refugio. Hamás exige que sus restos le sean entregados, aunque el Gobierno hebreo se muestra remiso a cursar esta petición en una primera fase. La milicia también debe tratar con las demás facciones radicales la liberación de los rehenes, ya que varios están en manos de la Yihad Islámica Palestina y otras facciones distribuidas en la zona.
El pacto consta de tres fases. La primera de ellas supondría la retirada del ejército de Israel de las principales ciudades y la liberación de 33 secuestrados israelíes en el plazo de seis semanas. La prioridad es sacar del cautiverio a mujeres, niños y los adultos heridos y de mayor edad. En este grupo se incluirían cinco mujeres soldado. Cada una de ellas sería intercambiada por 50 presos palestinos, entre ellos 30 que cumplen condena perpetua. En un principio, Israel era contrario a excarcelar a estos reclusos de máxima seguridad, pero finalmente ha hecho la concesión. En total, el Gobierno de Benjamín Netanyahu dejaría libres a cientos de palestinos encarcelados, sobre todo mujeres y niños en esta primera etapa.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Qatar ha explicado este martes que las negociaciones están en sus «etapas finales» y que todos los mediadores «tenemos la esperanza de que esto conduzca muy pronto a un acuerdo». Fuentes palestinas han confirmado que el pacto podría cerrarse hoy mismo «si todo va bien». No obstante, también se pide «cautela», dadas las experiencias anteriores de diálogos que acabaron rotos.
En las conversaciones toman parte, por el lado estadounidense, Steve Witkoff y Brett McGurk, enviados a Oriente Medio por Donald Trump y Joe Biden, repectivamente. La delegación israelí la conforman David Barnea, director del Mossad, y Ronen Bar, responsable de la agencia de seguridad interna Shin Bet. Organizadas por el primer ministro de Qatar, el jeque Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, en la mesa están representados además otro equipos, como los cataríes y egipcios, que asimismo mantienen abierta la negociación en paralelo con Hamás ante su negativa a participar en directo en el mismo foro.
«Estamos al borde», proclamó exultante Joe Biden el lunes, en su despedida ante los miembros del Departamento de Estado. El presidente estadounidense ve casi realizado su deseo de conseguir el alto el fuego en Gaza antes del fin de su mandato el próximo lunes, 20 de enero. «He aprendido en mis muchos años de servicio público a nunca, nunca, nunca, nunca rendirme», confesó sobre los largos meses de negociación transcurridos en Doha y El Cairo, y sus sucesivos fracasos en el último año. Si la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca parece haber sido clave en la agilización de las conversaciones, no lo es menos el papel de Biden, cuyo plan de paz divulgado el pasado mayo inspira plenamente el borrador del acuerdo. El presidente recordó este lunes a los palestinos de Gaza que «han pasado por un infierno: tanta gente inocente ha sido asesinada, tantas comunidades han sido destruidas».
La ilusión es tan alta que el secretario de Estado y jefe de la diplomacia, Antony Blinken, podría presentar esta misma tarde el denominado plan «para el día después»; es decir, el proceso de reconstrucción que deberá ejecutarse en la Franja, con casi dos millones de refugiados y las infraestructuras completamente destruidas. No obstante, dentro de la propia Administración de EE UU se debate si resulta conveniente presentar este proyecto cuando todavía no se ha firmado el alto el fuego, y dadas las dicrepancias con la Autoridad Palestina y los países árabes sobre los siguientes pasos en La Franja.
En cualquier caso, parece claro que el efecto Trump tiene un impacto directo en las negociaciones sobre Gaza y el alto el fuego parece más cercano que nunca. A la espera de una confirmación oficial, la Franja vivió la víspera un día de intensos bombardeos que dejaron decenas de palestinos muertos y duros combates en el norte en los que Israel perdió al menos a cinco soldados. Durante el fin de semana, el presidete electo estadounidense envió a la región a su enviado especial, Steve Witkoff, quien recordó a israelíes e islamistas la petición de su jefe de detener la guerra antes del lunes, día 20, fecha en la que regresará a la Casa Blanca.
Donald Trump amenazó a Hamás con «un infierno» si no entregaba para entonces a los rehenes y, según la cadena Al Araby, su enviado advirtió también a Netanyahu de «consecuencias» para Israel si no eran capaces de cerrar el acuerdo.
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Mikel Ayestaran
Daniel de Lucas
Los mediadores presionan a las dos partes, que ya habrían dado luz verde al texto de un borrador que no difiere mucho del que ya se negoció y Hamás aceptó hace ocho meses, pero que Netanyahu rechazó a base de poner sobre la mesa nuevas exigencias que ahora retira. Los medios israelíes informaron este lunes de que esperan una respuesta oficial de los islamistas y que esta debía llegar esta pasada noche. Cuando se formalice este paso, todavía quedará otro: está previsto que Netanyahu someta a votación el pacto para su aprobación final por parte del Estado hebreo.
Se trata de un acuerdo por fases que marca un primer plazo de 42 días en el que Hamás deberá entregar a 33 rehenes «humanitarios», entre ellos mujeres, niños, hombres mayores de 55 años y enfermos, según funcionarios israelíes. Las liberaciones deben producirse al cumplirse la primera semana de cese de hostilidades e Israel se compromete a la puesta en libertad de cientos de presos, 200 de ellos con condenas de cadena perpetua.
46.000 palestinos
han muerto desde el comienzo de la guerra en Gaza en octubre de 2023, iniciada a raíz de que Hamás asesinara a 1.200 israelíes.
33 rehenes
serían devueltos a Israel inicialmente a cambio de cientos de presos palestinos.
Entre los liberados no figurarán miembros de la unidad de élite Nukhba que tomaron parte en la masacre del 7 de octubre de 2023. El máximo responsable de presos palestinos, Qadura Fares, viajó de urgencia a Qatar, una señal más de la proximidad del acuerdo ya que es el responsable de la confección de la lista.
Dieciséis días después de la firma del acuerdo, comenzarán las discusiones sobre la segunda fase, en la que se permitirá el movimiento de residentes desde el sur de Gaza hacia el norte de la Franja. La tercera fase conducirá a la liberación de los rehenes restantes. No se espera que el ejército se retire del todo hasta esta fase, en la que todos los secuestrados por la milicia deben ser devueltos. La organización islamista mantiene retenidos en paradero desconocido a 62 cautivos vivos y conserva los restos de 34 fallecidos, que serían entregados a sus familias.
El repliegue, según el diario 'Haaretz', incluye el corredor de Filadelfia y el paso de Rafah, por petición de Egipto. Los militares también abandonarán el corredor de Netzarim, que habían levantado y fortificado para partir la Franja en dos mitades. El regreso de los civiles al norte y la retirada de Rafah eran las exigencias de Hamás a las que más tenazmente se ha opuesto Netanyahu en los últimos meses. La zona norte de Gaza se encuentra totalmente arrasada por los bombardeos y el uso de dinamita para acabar con barrios enteros.
Fuentes de las dos partes confirmaron a los medios que el acuerdo es inminente, pero todos piden cautela. Durante meses, en repetidas rondas de conversaciones en Doha y El Cairo, ha habido momentos de esperanza para el pacto, pero finalmente se han esfumado y ambos se han acusado mutuamente de ser los culpables del fracaso.
Vuelve la estrategia diplomática directa de Trump, como se vio con los Acuerdos Abraham en su primer mandato, que busca resultados inmediatos y efectistas. Netanyahu lo sabe y quiere al nuevo presidente republicano de su lado para acometer grandes objetivos, como la anexión de Cisjordania o la normalización de relaciones con Arabia Saudí. Si se cierra el acuerdo antes del lunes, Joe Biden también intentará colgarse la medalla después de más de 400 días en los que su presión sobre el primer ministro israelí ha sido inútil.
Hamás ha solicitado que en la primera fase del alto el fuego le sea entregado el cadáver de su líder, Yahya Sinwar, muerto el pasado octubre durante el ataque de un dron cuando permanecía refugiado y herido en una casa en ruinas de Gaza.
Los palestinos plantaron este lunes un bosque de 250 olivos al norte de Cisjordania en memoria del fallecido presidente Jimmy Carter y su «legado».
El texto que ahora acepta Netanyahu es similar al que le presentó Biden, pero el efecto que tiene un recién llegado Trump juega un papel decisivo para que el dirigente hebreo recule y acepte la presión que le llega desde el exterior. Ocho meses que han costado la vida a miles de palestinos y a varios de los rehenes israelíes. El presidente entrante en la Casa Blanca parece buscar un Oriente Medio con menos violencia para centrarse en sus problemas domésticos
La gran oposición al pacto en Gaza llegó este lunes desde los ministros ultranacionalistas sionistas. Bezalel Smotrich, resp onsable de Economía, emitió un comunicado en el que dejó claro que no tomará parte en ningún acuerdo como el que se negocia porque supone «una amenaza a la seguridad nacional».
En opinión de Smotrich, este es el «momento de ocupar y limpiar Gaza» y no de pactar con Hamás. Diez miembros del Gobierno firmaron una carta diciendo que no aceptan los términos negociados y es una incógnita saber si habrá una ruptura dentro de la coalición de poder y el Gobierno colapsará debido al acuerdo.
Las familias de los rehenes cuentan los segundos para que callen las armas y sus seres queridos puedan volver a casa. Desde aquel 7 de octubre en el que los milicianos armados de Hamás atacaron los kibutz próximos a la frontera, asesinaron a 1.200 personas y secuestraron a otras 251 entre civiles y soldados, no han dejado de manifestarse en las calles de las principales ciudades. Sin embargo, su presión no ha hecho cambiar de estrategia a un primer ministro cuya apuesta en todo momento ha sido el uso máximo de la fuerza. Israel y Hamás están cerca de cerrar 465 días de enfrentamiento que dejan más de 46.000 palestinos y 1.200 israelíes muertos.
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