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Escapar de una guerra entraña dificultades y peligros, pero aún más si quien lo hace es una menor de 12 años que ha tenido que dejar a su familia atrás y viaja sola. En esa situación se encuentra Nikol Makarova, una de las niñas que ... cada verano, hasta que la pandemia frustró el programa 'Vacaciones en paz' de Expoacción, pasaba unos meses en Gijón con una familia asturiana, en la que ella es «una más». Ese vínculo especial es el que hace que estos días Paula Parrondo, su madre asturiana de acogida, esté sufriendo la guerra como ninguna otra hasta ahora. Recuerda seguir otros conflictos por los medios, pero todo cambia cuando tienes a alguien allí. Y ella tiene a Nikol. «Es terrible», asegura.
Pero más allá de la guerra, la situación es más complicada para esta niña a la que su familia intenta salvar por todos los medios. Tanto es así, que la han acabado mandando sola en un viaje hacia la frontera con Moldavia. Su madre, su hermano de cuatro años y su bisabuela, discapacitada se quedaron en Kiev, mientras que la niña y su abuela se fueron de la ciudad sin ni siquiera tener tiempo de recoger la documentación. Habían hablado con un conocido para que las llevara hasta Moldavia. Allí, la abuela compraría un billete de avión para que la pequeña viajara a España, pero con los bombardeos cerca, el que iba a ser su chófer desistió. Y se buscó un plan 'B', la única opción que les quedaba, recurrir a un transporte no oficial de esos que hacen negocio con la guerra. Se encontró acomodo para Nikol en un autobús o furgoneta, previo pago de 4.770 euros al cambio. Con ese precio se esfumó la posibilidad de que su abuela la acompañara y también la de comprar el billete de avión para España.
Las últimas noticias que hay de la niña es que fue recogida en un pueblo en las cercanías de Sukholesy, a unos 450 kilómetros de la capital moldava, para viajar junto a otras cuatro familias rumbo a la frontera. «No me imagino lo que tiene que ser mandar a tu hija sola al otro lado del mundo en medio de una guerra», señalaba ayer a este periódico Paula Parrondo. Mientras, Expoacción se ha puesto en contacto con el consulado en Moldavia y ya tiene un contacto en la capital, Chisináu, que podría ayudar a la niña a coger el avión hacia España. A él se le enviará el dinero para pagar el billete, con la dificultad de que tampoco se sabe cuándo podrá llegar Nikol, porque muchas carreteras están destrozadas y hay que buscar caminos alternativos, hay que parar para intentar buscar refugio si hay bombardeos y también se producen grandes atascos. «Hay tres días de espera para atravesar la frontera», explica la madre de acogida de la niña, que teme, además, que el teléfono le deje de funcionar al abandonar Ucrania y que esta se quede sin comunicación.
La preocupación de los ucranianos que viven en Asturias va en aumento con el incremento de los bombardeos a las ciudades en las que tienen a sus familiares, como Jersón, Járkov o Kiev. En esta última están bloqueados Dima, de once años, y Danik Novik, de 20 -que han pasado veranos en Asturias con el programa 'Vacaciones en paz'- su madre y su abuela. La hermana de los chicos, Olha, vive en Quintes (Villaviciosa) desde septiembre y sigue con preocupación lo que sucede, igual que la familia que la ha acogido. Por el momento, Danik no se ha visto obligado a luchar, ya que solo lo están haciendo voluntarios o personas con experiencia militar. También están en la capital las hermanas y la abuela de Anastasia Zhythyk y Daría Pavlovska, que viven en Gijón y que habían recibido la visita de su madre y otra de sus hermanas. Mientras, su padre viaja hacia Asturias a través de Rumanía con otros tres de sus hermanos. Las noticias que llegan de la capital ucraniana son similares, los bombardeos aumentan y no hay forma de escapar de la ciudad, con los puentes y carreteras destrozados y la estación de tren, prácticamente, colapsada. Sin transporte público ni coche resulta imposible acceder a ella y solo queda esconderse en los sótanos y refugios para intentar ponerse a salvo de los bombardeos.
Pero uno de los mayores problemas es que la niña viaja sin documentación. Su pasaporte, que además ya estaba caducado, se quedó en Kiev y solo cuenta con una fotocopia enviada por Paula. Esta espera que sea suficiente, tal y como está la situación. El contacto de Expoacción en Chisináu «es la vida», asegura.
«Estamos muy nerviosos», reconoce, pegada al móvil por si la niña se pone en contacto con ella. Y más porque Nikol va sola, sin pasaporte y busca la huida del país por Moldavia, frontera de la que se tienen menos noticias y en la que no tienen ningún contacto directo. De hecho, la mayoría de familias relacionadas con Expoacción están dejando Ucrania por Polonia y alguna por Rumanía. Las primeras podrían llegar a Asturias mañana. Otras están bloqueadas en distintos puntos del país por el aumento de los ataques y la organización aconseja que permanezcan en refugios, mientras reclama un corredor humanitario.
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