O´Neill, la sonrisa del republicanismo noirlandés
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La comunidad internacional espera expectante los primeros pasos de la nueva ministra principal, hija de un dirigente del IRAMichelle O'Neill no es la primera mujer que incardina a los republicanos norirlandeses. Hace ya más de medio siglo, Bernardette Devlin se convirtió en un icono de esa lucha. Pero el mundo, incluido el extremo nororiental de la isla celta, ha cambiado a lo ... largo de este periodo y ellas, aunque miembros de la misma comunidad, se hallan en las antípodas ideológicas. La recién nombrada Ministra Principal de Irlanda del Norte recurre a la moderación y el pragmatismo, mientras que su antecesora, representante del socialismo revolucionario, atizó una contundente bofetada al Ministerio del Interior cuando adujo que los soldados responsables del Viernes Sangriento habían disparado a una multitud para defenderse.
Curiosamente, ambas comparten íntimas similitudes personales y notorias diferencias políticas. Fueron madres solteras siendo muy jóvenes, pero esa condición fue mucho más difícil para Devlin en el seno de la puritana sociedad de los años setenta. De cualquier manera, tampoco la actual dirigente parecía gozar de las mejores expectativas. Hija de Brendan Doris, preso del IRA, y prima de Tony Doris, también miembro de la banda y abatido en una emboscada, su futuro parecía vinculado a la organización de una u otra manera.
Pero la historia experimentó un giro brusco en 1998. Michelle tenía sólo 21 años cuando se firmó el acuerdo de paz que acabó con los 'Troubles', la contienda interna, y la lucha entre católicos y protestantes se trasladó a la vía parlamentaria. Entonces, se afilió al Sinn Féin, considerado tradicionalmente el brazo armado del IRA. A lo largo de los siguientes años, la vieja guardia republicana, vinculada a la lucha armada, fue dejando paso a una nueva generación sin ese pasado y, como en el caso de la primera ministra, con el aval de la experiencia acumulada en el trabajo en la Administración y la política locales.
Su ascenso fue pautado y, paralelamente desarrolló actividades profesionales en el ámbito de la asistencia social mientras escalaba posiciones en su propio partido. Como Devlin, participa de un concepto social progresista en un territorio de pensamiento conservador más allá de las respectivas fes. Por ejemplo, apoyó la legalización del aborto y el matrimonio gay, aprobados solo hace cinco años. En 2005 asumió una concejalía en la ciudad de South Tyrone, y un lustro después, era alcaldesa y ocupaba escaño en la Asamblea de Irlanda del Norte.
El recambio definitivo llegó en 2018. La fotografía que escenificaba el traspaso de poder entre Martin McGuiness, líder histórico del partido dentro de la institución legislativa, y Michelle 0'Neill, testimoniaba que llegaban otras figuras. Tras vencer a otros veteranos bregados en la lucha callejera y la cárcel, se había hecho con el control de su bancada parlamentaria.
Llegaban nuevos tiempos. La transformación era aún más notoria ya que, además, asumía la vicepresidencia de la formación tras otra entrega de poderes. El histórico presidente Gerry Adams se retiraba y dejaba el control del partido a Mary Lou McDonald, quien, a su vez, había sido la segunda de a bordo. Hay que tener en cuenta que el Sinn Féin participa tanto en la política norirlandesa como en la de la República de Irlanda con creciente protagonismo en una y otra. Dos mujeres asumían su dirección y, frente a la crispación anterior, compartían un discurso moderado y conciliador tanto con los unionistas protestantes como con las formaciones tradicionales meridionales.
El avance hacia la cumbre de de O'Neill ha estado punteado por el acceso a las carteras de Agricultura y Salud. Entre otras iniciativas, en 2016 impulsó un proyecto para modernizar el sistema sanitario, uno de los más rezagados en calidad del Reino Unido. El respaldo de las urnas anticipaba el éxito, pero, súbitamente, la carrera se detuvo. Llegó el Brexit y la situación de Irlanda del Norte se paralizó.
La amenaza de otra frontera comercial por su retirada de la Unión se convirtió en motivo de fricción y amenazó con descarrilar su vida política. La victoria republicana en 2022 no cristalizó en su elección al máximo cargo por el bloqueo de los unionistas, que sólo cedieron tras llegar a un pacto con Bruselas para evitar controles aduaneros con Gran Bretaña.
Hace un par de semanas, O'Neill accedió, por fin, a la dirección de Irlanda del Norte. Por primera vez, un miembro de la minoría católica, tradicionalmente marginada, asumía el cargo máximo. Su discurso de aceptación incidía en la lucha contra la discriminación en un territorio abismado por las diferencias socioeconómicas, históricamente ligadas a la religión, y tendía la mano «para un futuro compartido», según propias palabras. Los actos ya anunciaban esa nueva estrategia. En un gesto sorprendente, había acudido a Londres para participar en la coronación de Carlos III, aunque los suyos renuncian a participar en el Parlamento de Westminster.
Pero ni siquiera ella renuncia al propósito final de los republicanos, la reunificación de la isla, y ya ha declarado la intención de promover una consulta al respecto a lo largo de la próxima década. Los republicanos confían en el arma de la demografía. En Irlanda del Norte, aquellos que se definen como católicos alcanzan el 45% de la población total, son preponderantes en siete de los nueve condados y también en las grandes ciudades.
Las aspiraciones últimas de la sonriente Michelle 0'Neill son mayúsculas. Posiblemente, sus iniciativas provocaran 'troubles', pero, en este caso, no vendrán acompañadas del odio desbordado, violencia sectaria y sangre que conoció, y padeció, Bernardette Devlin. Mientras, la comunidad internacional se mantiene expectante.
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