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AGENCIAS
Sábado, 15 de mayo 2021, 17:26
El Ejército israelí destruyó la torre Al Jalaa en la que trabajaban en Gaza medios internacionales como el canal catarí Al Jazeera o la agencia estadounidense Associated Press (AP). Los militares contactaron con el dueño del edificio de 13 plantas y le dieron una hora para desalojarlo ya que «albergaba objetivos militares, pertenecientes a la inteligencia militar de la organización terrorista Hamás» según el comunicado del Ejército. Cuando se cumplieron los 60 minutos, cuatro misiles derribaron el edificio. Esta operación provocó la reacción de Estados Unidos, que hasta ahora solo había hablado para condenar el lanzamiento de cohetes por parte de Hamás, y la responsable de prensa la Casa Blanca, Jen Psaki, recordó a Israel que «asegurar la seguridad de los periodistas y de la prensa independiente es una responsabilidad suprema». El Ejército respondió diciendo que Hamás »se esconde y utiliza como escudos humanos« a los medios de comunicación.
El responsable de Al Jazeera en Jerusalén, Walid al Omari, denunció que «está claro que los que llevan a cabo esta guerra no solo quieren provocar destrucción y muerte en Gaza, sino también silenciar a los medios de comunicación que son testigos de ello». Y el director general de la cadena en Doha, Mostefa Souag, pidió a la comunidad internacional «la condena de estas acciones bárbaras y ataques contra periodistas. Exigimos una acción internacional inmediata para responsabilizar a Israel por sus ataques deliberados contra la prensa.
La agencia AP se mostró «conmocionada y horrorizada» por el ataque israelí y su jefe, Gary Pruitt, lamentó que «el mundo estará menos informado de lo que ocurre en Gaza por lo que ha ocurrido hoy». La cadena de radio estadounidense NPR entrevistó a Mark Regev, asesor de Benjamín Netanyahu, quien preguntado por el motivo por el que Israel nunca advirtió a AP de que su oficina se encontraba junto a una oficina de la inteligencia de Hamás, se limitó a dar evasivas y respondió que «no puedo compartir esa información».
Desde que comenzó la ofensiva 'Guardián de los muros» Israel mantiene cerrado el paso de Erez y no está autorizada la entrada de periodistas «hasta nuevo aviso», según un mensaje de la Oficina de Prensa del Gobierno. En la ofensiva Plomo Fundido, de 2008-2009, Israel tampoco permitió el acceso de reporteros hasta que concluyó sus operaciones en la Franja.
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Pocas horas antes del derribo de la torre de la prensa, los aviones israelíes atacaron el campo de refugiados de Al Shati y mataron a diez miembros de la familia Abu Hatab, ocho de ellos niños. Los vecinos aseguraron que el edificio de cuatro plantas en el que vivían fue bombardeado varias veces y sin aviso previo. Según los últimos datos del ministerio de Salud gazatí ya son 139 los muertos y más de mil los heridos desde el inicio de la operación. En Israel han fallecido 9 personas víctimas de los más de 2.000 cohetes lanzados por las facciones palestinas. El último fallecido fue un hombre de Ramat Gan, cerca de Tel Aviv, víctima de la oleada de cohetes que salieron de la Franja tras el funeral de la familia Abu Hatab.
El enviado de Estados Unidos, Hadi Amr, ya trabaja para intentar lograr un alto el fuego entre las partes y durante la jornada algunos medios locales apuntaron a que este podría llegar de forma temporal para la fiesta judía de Shavuot, que arranca la tarde del domingo. Para que callen las armas, analistas como Amos Harel, del diario Haaretz, piensan que «Israel necesita encontrar una imagen de victoria que le permita justificar el cese de las hostilidades».
La operación del viernes en la que arrasó con 450 misiles en menos de 40 minutos la red de túneles de Hamás «no salió finalmente como se esperaba», según el diario The Jerusalem Post, quien aseguró que los israelíes llevaban tres años preparándola. El asesinato selectivo de un alto dirigente del grupo islamista -el objetivo número uno es Mohamed Deif, líder del brazo militar de Hamás- podría ser otra clave para que Netanyahu aceptara una tregua. El ministro de Defensa, Benny Gantz, señaló que los islamistas «ya han pagado un alto precio», pero dijo que por ahora el Ejército tiene «planes adicionales para recuperar la paz y la estabilidad».
El movimiento islamista Hamás quiere imponerse como líder de la causa palestina con sus salvas de cohetes contra Israel, y éste busca eliminar la influencia del grupo atacando sus infraestructuras en la Franja de Gaza, estiman los analistas.
La escalada se desató en menos de una semana: los enfrentamientos entre manifestantes palestinos y fuerzas de seguridad israelíes en la Explanada de las Mezquitas, en Jerusalén Este se transformaron en conflicto entre Hamás e Israel en la Franja de Gaza, en tensiones en las ciudades mixtas donde cohabitan árabes y judíos en suelo israelí y en violentos disturbios en Cisjordania ocupada.
La escalada militar entre Israel y Hamás, con bombardeos israelíes contra la Franja de Gaza y cohetes lanzados desde el enclave hacia territorio israelí, ha dejado por el momento más de un centenar de muertos, la mayoría palestinos, entre ellos decenas de niños.
¿Qué buscan con estas ofensivas?
Hamás «intenta posicionarse como principal garante de la salvaguardia de los palestinos y sobre todo de Jerusalén, lo que es bastante novedoso en relación a lo que habíamos visto anteriormente», considera Leïla Seurat, investigadora en el Observatorio de Mundos Árabes y Musulmanes (OMAM) de la Universidad Libre de Bruselas (ULB).
«Claramente, intenta socavar al (presidente palestino) Mahmud Abas, que ya está muy debilitado, pero, más en general, siente que hay cosas que están evolucionando desde un punto de vista palestino», dice a la AFP.
Estos últimos meses, Hamás, en el poder en la Franja de Gaza, y Fatah, partido laico de Mahmud Abas, con sede en Cisjordania ocupada, se habían puesto de acuerdo sobre una hoja de ruta para reconciliarse tras más de una década de divisiones.
Esta reconciliación pasaba por unas elecciones previstas este mes de mayo. Pero Abas aplazó sin nueva fecha los comicios, alegando que Israel, que controla Jerusalén Este, no autorizó las elecciones para los palestinos de la Ciudad Santa. Y Hamás, que quería afianzar su legitimidad en las urnas, se indignó con la medida.
Casi de forma simultánea, estallaron los enfrentamientos en Jerusalén, resultado de las manifestaciones a raíz de la amenaza de expulsión de familias palestinas a favor de colonos judíos en un barrio de la ciudad.
Pero Hamás «no controla este levantamiento, ellos mismos están desbordados», pero quieren intentar «captarlo», asegura Seurat. Y «han utilizado un medio militar para situarse en el centro de la protección de los palestinos de Jerusalén», añade la investigadora.
Ya desde los primeros cohetes lanzados desde Gaza, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, acusó a Hamás de haber cruzado «una línea roja».
Pero el ejército no se limitó a unos bombardeos como represalia, como suele hacer, sino que lanzó una terrible ofensiva contra el enclave, donde viven dos millones de personas baja bloqueo israelí.
Para Yaakov Amidror, exconsejero de seguridad nacional de Netanyahu, «Israel tiene que demostrar a Hamás que no le puede imponer nada», y para eso no sólo debe «destruir las capacidades y las infraestructuras» de Hamás sino que tiene que «matar» a sus dirigentes, afirma a la AFP.
«Los esfuerzos (buscan) matar el máximo número de miembros de Hamás y principalmente los expertos técnicos» en cohetes y drones, añade.
Esta semana, el ejército israelí ha lanzado ataques selectivos contra numerosos responsables técnicos del grupo islamista, desde comandantes a ingenieros y especialistas en la fabricación de drones.
«Esto impacta a largo plazo la capacidad del movimiento de producir armas», señala una fuente militar israelí.
En Gaza han muerto más de un centenar de personas, incluyendo niños. En Israel perecieron una decena de personas, entre ellas un menor y un soldado.
El sistema antimisiles «Cúpula de Hierro» ha interceptado la mayoría de proyectiles, un dispositivo que hace ganar tiempo al ejército, estima Amidror.
«Durará entre 10 y 50 días (...) al final, todo lo que simboliza Hamás como gobierno en Gaza será destruido», asegura.
Para Naji Shurab, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Islámica de Gaza, Israel quiere «debilitar» a Hamás y «consolidar» la división entre facciones palestinas. «Pero es un juego peligroso, porque es posible que el levantamiento se extienda a Cisjordania y ponga fin a la Autoridad Palestina» de Abas, lo que hundiría todavía más la situación de los palestinos.
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