«Cansados, muy cansados», pero con una sonrisa y ganas de llegar a Oviedo, la familia Pleskach (Maxim y Anna) acompañados de sus tres hijos (Elisey, de 5 años; Olivia, de 4 años, y Luka, de 9 meses) tomaron tierra en la estación de autobuses ... cerca de las nueve de la noche.
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Atrás quedaron «seis o siete» largas jornadas en las que evidentemente han perdido la noción del tiempo. «Aguantamos dos días de bombas», cuenta Anna en inglés. Entonces decidieron salir del país y ponerse a salvo con sus tres pequeños. Pero no fue fácil, ni logísticamente ni emocionalmente. En la capital de Ucrania han dejado a parte de sus parientes. Los padres de Maxim y hermanos y cuñados de ambos.
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Desde Kiev unos amigos les ayudaron a emprender el camino lleno de obstáculos burocráticos. Trayectos en coche, cambio de rutas y una parada en Madrid en donde han pernoctado. De momento, se quedarán en Oviedo hasta que se les ubique de forma definitiva. Maxim, programador de ordenadores, y Anna, economista, se suman a los refugiados que están llegando al Principado. A ellos se seguirán añadiendo compatriotas en los próximos días.
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