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Antonio Sevillano, Pedro Morillas y Oliver Cuadrado abandonan, ayer, el hospital Gómez Ulla. JUAN CARLOS HIDALGO / EFE
El gijonés Jaime Santirso abandona el Gómez Ulla tras catorce días de cuarentena

El gijonés Jaime Santirso abandona el Gómez Ulla tras catorce días de cuarentena

SANDRA S. FERRERÍA

oviedo.

Viernes, 14 de febrero 2020, 04:12

El periodista Jaime Santirso fue uno de los 21 españoles repatriados de Wuham pasaron la cuarentena en el hospital Gómez Ulla. El gijonés trabaja en China donde es corresponsal de 'El País'. Días antes de que Wuhan, el epicentro del coronavirs, quedara aislada por tierra, se trasladó allí para cubrir la crisis sanitaria. Después viajó con el resto de repatriados a España y ayer terminó su confinamiento, que fue narrando a modo de diario en su periódico. «Los 21 repatriados desde Wuhan estamos sanos, en un sentido estricto nunca hemos dejado de estarlo, y solo faltan unas pocas horas para que abandonemos el aislamiento», relató.

Según explicó el periodista, en la despedida estuvieron presentes «por primera vez sin mascarillas» los trabajadores sanitarios. Santirso dedicó así sus últimas líneas de su cuarentena a los profesionales del hospital «quienes se han desvivido para ofrecernos las mejores atenciones a lo largo de estas dos semanas». Sus agradecimientos se extendieron a la tripulación que les trajo de vuelta a casa, al personal de la delegación diplomática española en China, así como a todas las personas involucradas en el operativo. «Si los 21 de Wuhan estamos sanos y de vuelta en casa, es gracias a ellos. Un país es, más que un avión o un sobao, un grupo de individuos que se ayudan», apuntó.

El aislamiento había comenzado mucho antes de la repatriación. Cuando comenzó a cundir la alarma por el coronavirus, los españoles en Wuhan se confinaron voluntariamente en sus casas, como gran parte de sus vecinos chinos. «Cuarentena total», recuerda Pedro Morilla, director deportivo del club de fútbol local Wuhan Shangwen, en la sala de prensa del hospital Gómez Ulla, donde ha permanecido aislado desde el último jueves de enero. «Estábamos en casa, controlando la temperatura, esperando la repatriación, cada día con menos paciencia», reconoce Morilla, que habla en nombre de las 21 personas que permanecieron en el Gómez Ulla.

En el hospital, la jornada comenzaba con la visita de un médico especialista, que les preguntaba cómo estaban y si sentían algún tipo de síntoma. Las respuestas siempre fueron negativas. Después de esa visita y del desayuno, «hacían lo que les apetecía, siempre respetando las normas, que alguno llamó los 'once mandamientos'». «Nos vamos con diploma incluido», ironiza Morilla, por el certificado del hospital donde se especifica que han pasado el periodo de vigilancia. Morilla concluye: «Nos podéis dar besos y abrazos sin peligro».

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