El líder laborista, Keir Starmer, ha prometido que su Gobierno contratará 4.000 personas cada semana en el Servicio Nacional de Salud para reducir las listas de espera, 13.000 policías para aumentar la seguridad en las calles británicas y 6.500 docentes para amortiguar ... la falta de personal que padecen colegios de educación primaria y secundaria.
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Lo ha hecho en su primer discurso de la campaña para las elecciones que se celebrarán en el Reino Unido el 4 de julio. Ha prometido seguridad para poner fin al «caos» que achaca el Gobierno conservador, la creación de una empresa pública de energía, perseguir a los traficantes de personas en el canal de la Mancha con medidas similares a las aplicadas en la persecución del terrorismo.
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El principal partido de la oposición, favorito en las encuestas para formar el próximo Ejecutivo, ya ha adelantado que va a mantener los planes fiscales actuales y no tiene intención de elevar los impuestos sobre la renta. El Gabinete en la sombra ha respondido a la acusación 'tory' de que no están preparados para un tiempo peligroso prometiendo una revisión general de los retos de seguridad en los primeros cien días.
Los asesores principales de Starmer en esta campaña son su jefe de Gabinete, Morgan McSweeney, involucrado en campañas laboristas desde los tiempos de Tony Blair, y Deborah Mattinson, que fue asesora de Gordon Brown, en el final de la era laborista 1997-2010. Ambos se concentran en cómo ganar votos en áreas que no tienen tradición laborista.
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Quizás es resultado de esa estrategia que los discursos de Starmer sean repetitivos. Recita ideas pulidas por Mattinson de los deseos, indiferencias y rechazos de esa franja amplia de electores. No gastarán esta vez mucho dinero en las grandes ciudades, donde la victoria laborista está cantada. No quieren molestar. La idea de un cambio tranquilo les llevaría al 10 de Downing Street.
Starmer y los laboristas en general perdieron apoyos por su seguimiento de las políticas de Rishi Sunak y Joe Biden cuando Israel respondió a la matanza de Hamás con los bombardeos de Gaza. Preguntado sobré que diría al Gobierno de Israel sobre el bombardeo de Rafah, respondió: «Parad». Añadió su exigencia de un alto el fuego y su apoyo a la idea de dos estados.
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Tuvo que defenderse de la acusación de los colaboradores de Sunak de que no tiene energía suficiente para ser primer ministro, porque no estaba moviéndose tanto como el primer ministro. Como la promesa por Sunak de un Servicio Militar y Civil, que en ese formato está causando rechazos de militares y políticos, las acusaciones personales a Starmer fueron rechazadas por este como tácticas desesperadas.
La campaña laborista eligió para este discurso la pequeña localidad de Lancing, en una comarca costera del sur de Inglaterra que acoge a muchos jubilados. El candidato conservador, que tenía el escaño desde 1997 con holgadas mayorías, ya anunció en abril que no se presenta a estas elecciones. Starmer está convencido de que el candidato laborista ganará esta vez el escaño de East Worthing y Shoreham. O eso es al menos lo que se dice en un discurso de campaña.
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