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El Partido Socialista (PS) francés se desmarcó este jueves de sus socios del Nuevo Frente Popular (NFP). La formación de centro-izquierda no votó la moción de censura impulsada por la Francia Insumisa (afines a Sumar o Podemos), los verdes y los comunistas. Por primera ... vez desde el inicio de esta agitada legislatura en una muy fragmentada Asamblea Nacional, los partidos de la frágil alianza progresista no actuaron al unísono en una votación trascendente. Una división incipiente de la izquierda que representa un alivio para el primer ministro, François Bayrou, cuya continuidad no depende únicamente de la extrema derecha de Marine Le Pen, que tampoco apoyó la censura.
El veterano dirigente centrista, nombrado por el presidente Emmanuel Macron el 13 de diciembre tras la censura de su predecesor Michel Barnier, se enfrentó a la primera moción de su mandato. El texto había sido presentado el martes en respuesta a la decisión de Bayrou de no someterse ese día a un voto de investidura. A diferencia de España, en Francia no es obligatorio. El primer ministro lo evitó porque su Gobierno solo cuenta con el apoyo de los partidos afines a Macron y la derecha tradicional de Los Republicanos (LR), que apenas suman 212 escaños (de un total de 577). De la misma manera que no hay una mayoría absoluta a favor de Bayrou, tampoco la hay para censurarlo.
La moción de este jueves solo obtuvo el apoyo de 131 diputados, lejos de los 288 votos —en estos momentos un escaño está vacío debido a una dimisión— del umbral de la mayoría absoluta. Aunque Bayrou haya superado con comodidad este examen parlamentario, esto no significa que le espere un mandato plácido. Seguramente, se enfrentará a una segunda censura a principios de febrero cuando el Gobierno intente aprobar, probablemente por decreto, los presupuestos de este año. Las cuentas públicas, con las que el Ejecutivo intenta reducir el elevado déficit público del país (del 6,1% en 2024), ya le costaron el cargo a Barnier.
«Usted tiene un contrato temporal. Caerá hoy (jueves) o en unos días», advirtió Manuel Bompard, el número dos del partido de Jean-Luc Mélenchon y encargado de presentar la moción. A pesar de que tomaron sus distancias respecto a sus aliados de la izquierda, los socialistas advirtieron de que su abstención no representa un beneplácito para los próximos meses. «No hay ningún pacto de no censura y un voto de censura resulta posible en cualquier momento», aseguró el secretario general del PS, Olivier Faure, durante el debate en el hemiciclo.
Tras haber ejercido una oposición frontal respecto al Gobierno de Barnier, el PS ha moderado su posición ante el actual Ejecutivo, a pesar de que su composición y sus directrices ideológicas —una coalición entre el centro-derecha macronista y la derecha tradicional— resultan muy parecidas al anterior. Su cambio de posición se debe al temor de que se enquiste la inestabilidad y se agrave la profunda crisis en el país, acentuada por la decisión de Macron de convocar elecciones anticipadas el pasado verano. Pero también se ha visto motivada por otras razones más prosaicas, como el acercamiento del líder de los socialistas al ala derecha de su partido para evitar perder su cargo en el congreso que celebrará el PS este año.
Bayrou ha dado la sensación de haber captado estas ganas de los socialistas de desmarcarse de la Francia Insumisa, el partido con un mayor número de diputados en el seno del NFP, que quedó primero en las elecciones del 7 de julio. Las concesiones hechas por el 'premier' al PS han resultado más bien escasas. Hasta el punto de que los verdes y los comunistas se sumaron a la posición de la izquierda mélenchonista. Aunque el partido de la rosa le pidió una suspensión de la impopular reforma de las pensiones de 2023 y que renunciara a utilizar el polémico decreto gubernamental del 49.3, Bayrou se negó ante esas dos exigencias.
Finalmente, el responsable del Gobierno logró el beneplácito, al menos temporal, por parte del PS a cambio de una mesa social sobre las jubilaciones entre la patronal y los sindicatos. Esa negociación, sin embargo, se celebrará bajo unas condiciones poco favorables para los intereses de las organizaciones de trabajadores, puesto que solo durará tres meses y estará condicionada por un informe del Tribunal de Cuentas.
Para decantar la posición de los socialistas, Bayrou renunció por escrito este jueves a dos polémicas medidas que incorporaba el proyecto de ley presupuestario: la supresión de 4.000 puestos de profesores y un recorte de la remuneración de los funcionarios cuando están enfermos. Pese a un inicio de su mandato accidentado y una muy baja popularidad (solo el 20%), el veterano dirigente ha logrado un objetivo, no menor, apenas un mes después de su designación: ha dividido a la izquierda. Y ahora su margen de maniobra va más allá de la ultraderecha lepenista. «Creo que estamos vislumbrando otro camino para el acuerdo y para que construyamos otro futuro», destacó el primer ministro.
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